lunes, 14 de mayo de 2007

¿Telón de acero eurovisivo?

Un año más el festival de música de carácter internacional más importante del mundo ha tenido lugar; en la presente edición ha sido la gélida ciudad finlandesa de Helsinki la encargada de organizar dicho evento, que desde hace ya más de cinco décadas reune a millones de espectadores a lo largo y ancho del orbe frente a la pequeña pantalla para apoyar a sus respectivas delegaciones, vibrar con la emoción de las votaciones y en resumidas cuentas dejarse llevar por el ritmo, el sentimiento, la pasión y la magia de la música, parte imprescindible del ya maduro festival de Eurovisión.

A lo largo de sus años de existencia el organismo encargado de coordinar y vigilar la buena salud del concurso musical, la EBU (European Broadcasting Union), o UER (Unión Europea de Radiodifusión), ha sabido adaptar el evento a los nuevos tiempos en cada una de las épocas.
Y es que en cuanto a las formas poco queda ya del primitivo eurofestival de naciones europeas como fue concebido en 1956, aunque la idea de una Europa unida mediante el poder de la música permanezca inalterable año tras año.
Una de las últimas renovaciones en cuanto al sistema de organización en el ESC fue la introducida en 2005, donde dadas las numerosas solicitudes de participación se hacía inviable mantener una única gala sabatina donde se presentaran más de cuarenta canciones, por lo que la UER arbitró la celebración de una semifinal y la ya tradicional final eurovisiva.

Como en anteriores innovaciones, la polémica y los dimes y diretes no se hicieron esperar puesto que debido al sistema del televoto unos estados se verían en mejores condiciones de afrontar su paso a la final que otros, en base al mayor o menor número de países vecinos que pudieran tener.
Ciertamente resulta lamentable que las afinidades políticas y el compadreo entre vecinos pueda aupar o humillar a lo más alto o más bajo de la tabla respectivamente a las distintas delegaciones participantes sin prestar atención a la mayor o menor calidad musical que atesoran los temas que presentan, que en teoría debería ser el único criterio válido para decidir el sentido de un voto. Sin embargo en este tema como en tantos otros la subjetividad -y lo que es más grave la ausencia de objetividad-, del espectador gana varios enteros y resulta prácticamente matématico predecir el sentido de las votaciones dependiendo del estado que las emite. Este es uno de los aspectos que también ayudan a definir al festival puesto que siempre han existido los bloques que se dejaban llevar por un irrefrenable instinto fronterizo que les hacía repartirse las máximas puntuaciones. El conocido bloque nórdico (Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia) o el fundacional bloque del Benelux (Luxemburgo, Francia, Alemania y Bélgica), amén de las reciprocidades en las docenas, esto es las delegaciones que dan y reciben 12 puntos como Grecia y Chipre, Mónaco y Francia o Malta y Reino Unido.
Desde hace unos años esta tendencia se ha incrementado y ha roto la mayoría de los esquemas mencionados trasladándose al este europeo afectando a la nueva hornada de delegaciones que se han incorporado al ESC. Así los antiguos estados satélites de la extinta U.R.S.S. -Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Rumanía, Bulgaria, Hungría, Moldavia, Chequia, Georgia y Armenia-, así como los estados resultantes de la desmembración de la antigua Yugoslavia -Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Macedonia, Montenegro y Serbia-, a los que unimos los tradionales estados orientales como Rusia, Grecia, Chipre o Turquía vemos como entre todos han logrado desbancar al occidente eurovisivo arrebatándole su hegemonía en lo que al festival se refiere.
Sólo hay que repasar las sedes donde se ha celebrado el festival en la presente década para comprender mejor el alcance de esta algarada oriental; así Cophenague en 2001 fue la última sede occidental en celebrar el ESC. Desde entonces el este ha ganado posiciones de norte a sur, y de sur a norte con Tallin´02 (Estonia), Riga´03 (Letonia), Estambul´04 (Turquía), Kiev´05 (Ucrania), Atenas´06 (Grecia), Helsinki´07 (Finlandia) y para 2008 todo parece indicar que será Belgrado, la capital de Serbia.

Un verdadero muro que se muestra infranqueable e inexpugnable para las otrora potencias eurovisivas como Irlanda - que se vio relegada a la última plaza en la gala del sábado, teniendo en su haber el mayor palmarés de la historia con 7 triunfos-, o Reino Unido y Francia que atesoran 5 galardones cada uno, o Suecia, donde el ESC se vive como un verdadero fenómeno anual.

Yo me inclino a pensar, que en esto de los triunfos y los fracasos, todo es relativo. Es decir que todo se mueve por ciclos, y ahora es el momento del este europeo que se está abriendo a Europa y sirviéndose del festival de Eurovisión como una verdadera herramienta de promoción como ya hicieron otros estados anteriormente.
La música no conoce fronteras y no hay mal que cien años dure. El occidente eurovisivo debería preocuparse más por enviar representaciones dignas y de calidad, que en perderse en estériles discusiones sobre la mayor o menor idoneidad del sistema telefónico de voto o la crítica al amiguismo oriental.
Cada uno debe servirse de sus propias armas, y occidente debe recurrir a la calidad, el espectáculo y la confianza en la música en estado puro para ganar enteros de cara a retomar la primacía perdida.
Confío en volver a asistir en directo al triunfo de Austria, Bélgica, Irlanda o España, y la retransmisión del ESC desde Viena, Bruselas, Dublín o Madrid. Y es que la fe mueve montañas, y los telones de acero caen por su propio peso.



miércoles, 9 de mayo de 2007

El desfile de la victoria

Hoy como cada 9 de mayo desde hace 60 años Rusia celebra el Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria, donde se conmemora con la tradicional parada militar en la plaza Roja la derrota total del ejército del III reich alemán.

La historiografía soviética se encargó en los años boyantes de la guerra fría de mitificar al soldado bolchevique como verdadero hacedor de la victoria de las potencias aliadas frente al eje Tokio-Roma-Berlín en la Segunda Guerra Mundial. De hecho durante largas décadas la U.R.S.S. se atribuyó el rol de "liberadora de Europa", obviando al resto de potencias aliadas que también contribuyeron decididamente a la redención del viejo continente.

Muchas fueron las inexactitudes que se fraguaron en aquellos años de férrea dictadura del proletariado. La primera, la fecha de la derrota nazi.
En los últimos días del III Reich, Alemania se encontraba atenazada en dos frentes, el occidental que incluía en su mayoría a tropas estadounidenses e inglesas, y el oriental dominado por el ejército rojo.
Así los aliados desde finales del mes de abril de 1945 avanzaban a lo largo de todo el frente occidental casi sin toparse con la menor resistencia; sin embargo Berlín no sería asaltado desde occidente. No obstante el frente occidental estaba ya perdido para los nazis; con lo que Hitler dispuso la conformación de una línea continua de las tropas alemanas para frenar el avance oriental de los bolcheviques.
Llegados a este punto hay que aclarar que la primera gran capitulación de una gran formación del Ejército alemán fue el 4 de mayo de 1945. El Mariscal Montgomery recibió la capitulación parcial del almirante general Hans Georg von Friedeburg.
La intención de von Friedeburg era posibilitar al mayor número de alemanes, tanto soldados como civiles, la huída hacia Occidente. Se dio entonces la absurda situación de que un comandante suplicó prácticamente al enemigo que lo tomara prisionero para de esa forma escapar del otro enemigo. Monty aceptó la rendición, pero describió más tarde gozosamente cómo hizo esperar largo tiempo al alemán. Al principio a los altos oficiales alemanes ni siquiera se les dio una silla.
La segunda capitulación, en la Landa de Luneburgo, se extendía a todos los soldados que combatían en el norte y el oeste, pero no para toda la Wehrmacht. Esa otra capitulación fue recibida por Eisenhower en Reims. Nuevamente fue von Friedeburg el encargado de las negociaciones. Su oferta: los alemanes seguirían resistiendo en el este, si Occidente estuviera dispuesto a una paz moderada. Pero Eisenhower rechazó la propuesta. Por una parte, el gentleman no quiso violar los acuerdos con los rusos, por otra, una paz separada no sería viable políticamente.
Los norteamericanos tampoco cedieron cuando el gran admiral Karl Dönitz envió después de la muerte de Hitler, al general Alfred Jodl con las mismas intenciones. Con las palabras "¡Eso es todo!", Eisenhower rechazó la oferta de Jodl. El general alemán saludó mudo y aceptó todo.
El lunes 7 de mayo de 1945, Jodl firmó el quizás más importante documento de la II Guerra Mundial. Tras de cinco años y nueve meses, 50 millones de muertos y una guerra cuyas dimensiones habían sido inimaginables hasta entonces, terminaba la gran matanza.
Pero Stalin montó en cólera porque el fin "oficial" de la guerra había tenido lugar bajo la dirección de los norteamericanos. Entre otras cosas, debido a las grandes pérdidas que había sufrido la URSS, insistió en que debía realizarse una nueva, definitiva capitulación, aunque no fuera más que una puesta en escena. Y ésta tendría lugar donde todo había comenzado: en Berlín.
El comandante de Berlín, Helmuth Weidling, había capitulado ya el 2 de mayo. Desde entonces, la Escuela de Ingeniería de la Wehrmacht en Karlshorst era el cuartel general ruso. La nueva capitulación se debía firmar en el casino de oficiales, planeada por Stalin hasta en sus últimos detalles.
Por todo lo expuesto, muchos norteamericanos recuerdan como fin de la guerra el 7 , los alemanes el 8 y los rusos el 9 del mes de mayo. Correcta no es ninguna de esas fechas: la contienda continuó cuatro meses más y le costó la vida a otras decenas de miles de personas, hasta que capituló también Japón, el 2 de septiembre.

Otro de los mitos que la U.R.S.S. alimentó fue el de sus muertos en el transcurso de la contienda. La historiografía marxista de mediados de los años 50 se encargó de falsear los datos oficiales llegando a apuntar unas cifras escandalosas de alrededor de 45 y 50 millones de rusos muertos en la defensa de la patria, buscando glorificar y ensalzar la hazaña del estado soviético. No sería hasta la caída del muro de Berlín en 1989, cuando los archivos se abrirían a occidente para su estudio y consulta; así una vez cotejados los datos la cifra se redujo considerablemente. Es más a finales de los años 90 el propio Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Rusas publicó un estudio donde establecía el número de fallecidos durante el conflicto: unos 26,6 millones de soviéticos, en su inmensa mayoría civiles. El mismo informe arrojaba luz sobre la mortalidad en las milicias bolcheviques, cifrándolas en torno a los 8,8 millones; otros 2,5 millones correpondían a inválidos de guerra, a los que habría que sumar alrededor de 147.000 militares soviéticos que serían condenados a fusilamiento por diversos delitos, desde robo de comida hasta alta traición; sentencias que fueron ejecutadas en 103.000 casos.

Éstas son sólo algunos de los errores casuales o intencionados que se han gestado en estos más de 60 años. Ahora mismo, mientras escribo estas lineas la Federación Rusa debe estar asistiendo a la parada militar que recuerda la victoria, su victoria.
Sin embargo, el interesado reduccionismo soviético olvidó en su afán por publicitar las bondades revolucionarias, que aquel esfuerzo aliado conjunto supuso la derrota de la irracionalidad, la brutalidad y la sinrazón en aras del equilibrio y entendimiento subyugados. Olvidó entonces obligado por las circunstancias y olvida ahora obnubilada por los fastos y colores de un pasado que desprecia, pero al mismo tiempo añora.


martes, 8 de mayo de 2007

La tumba del rey Herodes

Me hago eco hoy de una importante noticia en el panorama arqueológico.



La Universidad Hebrea anuncia el hallazgo de la tumba del rey Herodes


La Universidad Hebrea de Jerusalén ha anunciado en un comunicado remitido a la prensa que ha sido descubierta la tumba y fosa donde fue enterrado el rey Herodes, que gobernó Judea bajo el Imperio Romano y que ordenó, según la Biblia, la 'Matanza de los Inocentes' para asesinar a Jesús a los pocos días de su nacimiento.

El hallazgo se produjo en la zona arqueológica conocida como Herodium, próxima a Jerusalén y de él informará en detalle la Universidad en una conferencia de prensa a lo largo de hoy, martes, en Jerusalén.
La tumba de Herodes ha sido durante años uno de los restos arqueológicos más codiciados en la zona y el descubrimiento fue hecho por el profesor israelí Ehud Netzer, según informala edición electrónica del diario 'Haaretz', que adelantó la noticia.
El Evangelio de San Mateo señala que Herodes ordenó la 'Masacre de los Inocentes'. Por entonces, el monarca había sido declarado 'rey de los judíos' por el Senado romano en el año 40 a.C. Según la Biblia, cuando supo del nacimiento de Jesús, al que popularmente se le conocía como el 'nuevo rey de los judios', por temor a perder su trono Herodes decretó la muerte de todos los niños varones de Belén. De acuerdo a San Mateo, José y María huyeron hacia Egipto con su bebé Jesús para escapar de la matanza, la cual se conmemora en el calendario el 28 de diciembre.
Herodes, nacido en el 73 a.C. en la población de Ashkelon, hoy al sur de Tel Aviv, se declaró judío a pesar de que sus padres no lo eran, y fue nombrado gobernador de Galilea a la edad de 25 años. Reinó entre 34 y 40 años, según las distintas fuentes.
Las crónicas del historiador judío Flavio Josefo sitúan la muerte de Herodes en torno al año 4 ó 5 a.C. Durante su reinado también se cree que promovió la expansión del Segundo Templo de Jerusalén.



sábado, 5 de mayo de 2007

A tu vera...

Nos encaramamos a la recta final de una de las semanas más mediáticas que se recuerdan con nacimiento y posterior presentación de una infanta de España, de nombre real donde los haya y de marcado acento helénico. Para cualquier país del mundo el feliz natalicio de una hija de los príncipes herederos hubiera copado horas, páginas y mentideros a lo largo y ancho de su geografía.
Sin embargo el corrillo del cotilleo y el chascarrillo popular no podía imaginarse la que le venía en ciernes de la mano de la ya casi olvidada "operación malaya". Lo que muchos andaban presagiando hace meses erigidos en verdaderos pitonisos recurriendo a las siempre socorridas fuentes, veía la luz en torno a la medianoche del miércoles 2 de mayo en la tristemente célebre capital del pelotazo urbanístico, Marbella.

Escasas horas antes, nuestro insigne presidente del gobierno participaba en un mítin de campaña electoral en la otrora prestigiosa capital de la costa del sol. En él fueron constantes las alusiones a la corrupción del disuelto consistorio andaluz y entre las alocuciones más brillantes con que nos elogió el talantoso que no talentoso ZP destacó una: "mi gobierno combatirá la corrupción y la perseguirá allá donde exista, haya famosos o no".
Realmente resulta cuanto menos chocante que esa misma noche se practicara una de las detenciones más trascendentes en la historia del folclore patrio, sólo equiparable al pleito con la justicia que hace casi dos décadas sentó en un banquillo a La Faraona, para batirse en la arena con la magistratura. Duelo del que por cierto salió indemne para algarabía suya y gozo de los que sentimos la copla en las venas.
Así y todo, nunca antes una artista de estas características había sido detenida y conducida a los calabozos de una comisaría, como si de una vulgar delincuente se tratase.

Una artista, Isabel Pantoja -un nombre que dicho asi en frío acojona por la leyenda negra que se ha creado en torno a él-, ha sido la protagonista de este episodio, un "agraviante episodio" según se ha apresurado a matizar ella.

En parte estoy deacuerdo con tal afirmación, en el sentido que es indudable cierto grado de espectáculo que se le ha dado a esta detención. Hay que recordar que desde que la trianera fue detenida hasta que prestó declaración en los juzgados de Marbella transcurrieron alrededor de catorce interminables horas, durante las cuales aguardó en los calabozos. Particularmente no entiendo este afán y precipitación en detener a la artista, para posteriormente demorar su declaración hasta pasadas las 14:00 horas del día 3. Está claro que los hechos como se produjeron ocasionarían más revuelo mediático que de haberse producido una detención más discretaa media mañana del día siguiente. Me da que pensar que interesaba despertar el morbo y el interés por este tema que parecía haberse evaporado, y casualmente ahora que son muchos los temas "políticos" que atenazan a la sociedad española.

Más allá de esta opinión estrictamente personal en cuanto al trato que se le ha dado a la detención y su mayor o menor utilización, estoy completamente deacuerdo con que cualquier persona reciba la misma consideración de cara a la justicia puesto que ello es un derecho constitucional inalienable. Si la cantante ha cometido una irregularidad que pague por ello y sea juzgada sin mayor beneficio y/o distinción que cualquier otro currito de a pie.

Eso sí, son los jueces quienes tienen que decidir en el libre desempeño de sus funciones sobre la culpabilidad o la inocencia de una persona. Mal que nos pese, en este caso todos nos hemos postulado como juez y parte en este asunto que ha trasvasado todos los límites imaginables de la cordura y la moralidad, amén de la presunción de inocencia que a todos también por ley se nos reconoce.

En un giro de tuerca más de este culebrón ayer mismo trascendía a la prensa que el ex-alcalde de Marbella, Julián Muñoz -a la sazón novio de Isabel Pantoja-, que permanece preso en el penal de Jaén iniciaba una huelga de hambre para protestar por su situación y demandar una medida de gracia del ejecutivo socialista similar a la facilitada al etarra De Juana Chaos.
Muchos se han apresurado ya a acusar al famoso reo de oportunista, pero pocos han sido los que de forma objetiva han hablado, dado que el único responsable de que hoy día los presos se acojan a este recurso de presión es la torpe e inmadura medida de un gobierno débil. A nadie más compete dicha responsabilidad.

Sea como fuere, en próximas fechas asistiremos a nuevos acontecimientos de esta historia que parece no tener fin, con una tonadillera herida en su orgullo, y un amado presidiario que cada tarde al caer el sol sobre los campos de olivares tararea aquello del "A tu vera, siempre a la verita tuya, siempre a la verita tuya, hasta que de amor me muera..."