miércoles, 2 de marzo de 2016

En el nombre de la Bestia

"El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde", es una memorable novela de Robert Louis Stevenson, que supone una alegoría moral, un magistral relato de misterio que sucesivas generaciones de lectores han convertido en un clásico de la literatura universal. En dicha obra se entremezclan a la perfección el misterio, el terror y la ciencia ficción, que hallaría la inmortalidad literaria como historia del hombre y la bestia. 
La moraleja pues de este relato, es que el mal está dentro de nosotros, es un constituyente de nuestro ser; podemos derrotarlo pero jamás eliminarlo del todo y no debemos jugar con él o de lo contrario corremos el riesgo de que nos destruya como al Dr. Jekyll.

Hoy leyendo una de las noticias de la prensa, no he podido evitar recordar aquella novela al enterarme que ha salido de prisión Arnaldo Otegi. Un verdadero acontecimiento de masas, de símbolos, de pancartas y banderas. Recibido al grito de héroe y gudari por excelencia. Rodeado de una auténtica aureola mística, ungido para la lehendakaritza y con la cornucopia independentista bajo el brazo. Así regresa aquel hombre de paz, como un día le bautizó el presidente de infausto recuerdo, ZP. Y aunque aparentemente vuelve sólo y victorioso, la realidad es bien distinta. Nuestro moderno Dr. Jekyll no ha conseguido desprenderse de todo aquello que le ataba a su bestia inmunda, Mr Hyde. 
Un individuo que ha nacido, crecido y perseverado en la delincuencia, justificado el asesinato de inocentes, exaltado a los asesinos, insultado a las víctimas y, amparado en siglas políticas, desarrollado una labor de destrucción de las instituciones democráticas españolas, jamás es una víctima. Nunca puede ser considerado mártir. Su papel es otro, amparando la carnicería etarra, ya sea con su cruel y cómplice silencio o enfrascado en la apología y/o arenga de la barbarie violenta y despiadada de unos asesinos; si asesinos, que olvidaron cualquier atisbo de motivación política el día que la sangre les hizo perder el juicio. 

No son políticos. No son patriotas. No son vascos. Muchos creen que ni siquiera son humanos, como Mr. Hyde. Otegi quizá no lo sabe. Probablemente haya intentado desprenderse muchas veces de ello, pero algo horrible habita en su interior, con lo que vive preso aunque se encuentre en libertad. Cautivo en su propia conciencia, sobre la que pesan 800 vidas inocentes. No es consciente pero esa es una prisión de la que jamás podrá escaparse, en una celda que comparte con el remordimiento de la bestia que le persigue, cuando cada noche incluso con los ojos cerrados las visiones regresan para atormentar su intranquila mente. La confusión se adueña de sus sueños, que siempre acaban tornándose en pesadillas teñidas de rojo, repletas de humo y estrepitosas explosiones en blanco y negro y en color; con personajes encapuchados que jamás enseñan su cara, mientras otros muestran en sus rostros aterrorizados la catarsis del miedo, la agonizante asfixia y la desolación de la muerte. 

En todas sus pesadillas, absolutamente en todas, hay una imagen recurrente. Tres letras perfectamente definidas perpetran mecánicamente las acciones en su nombre. En nombre de ETA. En el nombre de la bestia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Más bien explicado, imposible y comparto cada palabra.