Hoy se cumple el sexto aniversario de los atentados del 11-M y pese al transcurrir del tiempo, todavía siguen vivas aquellas horas, minutos e instantes que se grabaron a fuego en nuestras retinas dejando su impronta en nuestra conciencia y una herida en el alma dificil de cicatrizar.
Una vez más el terrorismo golpeaba a un país demasiado acostumbrado a sufrir los envites de la barbarie, pero que no se resigna ante la sinrazón asesina que tiñe sus reivindicaciones de sangre, dolor y luto. Ninguna bomba o revólver, amenaza o extorsión, chantaje o coacción nos harán retroceder ante ellos, vengan de donde vengan. Porque nosotros somos más, porque nuestras armas son más fuertes, porque la libertad es nuestro mejor aval, porque la justicia es el principio y fundamento de nuestra fuerza y porque nosotros respetamos la memoria de aquellos que murieron por defender lo que nos une.
Son muchos los que quedaron atrás, a quienes se les cercenó la vida sin que todavía hoy exista una razón más allá de los designios de Dios.
Hoy nos toca a nosotros mantener viva la llama de su recuerdo, dar voz a sus sentimientos y tomar su testigo convirtiéndonos en testimonio de su ejemplo, para así honrar su memoria, la memoria de los ausentes.
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