lunes, 29 de diciembre de 2008

Leire Pajín y su demagogia progre sobre el conflicto entre Israel-HAMAS

Una vez más como viene siendo habitual desde hace varios años, nuestros políticos socialistas han dado una nueva clase magistral de progresismo. Y aunque parezca raro no ha sido Pepiño Blanco, sinó la nueva y flamante secretaria de Organización, Leire Pajín.

Resulta que todo lo que ocurre entre Israel y Gaza es culpa de Israel, de su "violencia desproporcionada" y "escaso compromiso con los acuerdos alcanzados".

Parece mentira que la señora o señorita Pajín -ya que no tengo el gusto de conocer su estado civil- no conozca de primera mano la situación en Oriente Próximo cuando hasta hace poco más de seis meses era la secretaria para la cooperación internacional y por tanto, tenía la obligación de conocer las visicitudes que acontecen en determinados puntos calientes del planeta. Palestina no es Swazilandia y con toda la información que hay sobre esa zona del planeta se podrían alicatar tres cuartos de baño como diría el gran Chiquito.
Vamos a ver, si yo que soy un humilde bloggero tengo acceso a la mayor parte de la información que hay sobre el tema y puedo extraer una conclusión sobre dicho asunto, ¿como toda una ex-responsable estatal en cooperación y actual secretaria de organización del partido en el gobierno es capaz de realizar dichas declaraciones? ¿Es ignorancia o intento de confundir y engañar premeditadamente?

Porque me cuesta mucho creer que Leire Pajín desconozca lo que ocurrió en la Autoridad Nacional Palestina hace exactamente un año. Si, cuando fruto de las guerras intestinas que fracturan a ese protoestado, su territorio fue dividido en dos por ellos mismos, en lo que se denominó Fatahstán y Hamastán; que debían sus denominaciones a las formaciones que los dirigirían a partir de aquel momento. Formaciones enfrentadas entre sí por el control de la Autoridad y que en su día fueron considerados grupos terroristas como Al Fatah y cuyo máximo exponente fue Yaser Arafat, que después vio suavizado su discurso ante la presión internacional. Y por otro lado HAMAS que se encuentra en la lista de grupos terroristas tanto de la UE, EE.UU. y la mayor parte del mundo libre incluídos numerosos estados árabes como Egipto, Pakistán, Jordania, Irak o Afganistán.

Esta subdivisión propició el aislamiento de HAMAS y de la franja de Gaza que se autodesignó estado soberano desligándose completamente de Cisjordania y de Mahmud Abbas, presidente reconocido por la comunidad internacional de la Autoridad Nacional Palestina.
Pues bien, HAMAS impuso una política autárquica en Gaza amparada en el contrabando de armas, cohetes kasam y katiuskas provenientes en su mayoría de Siria e Irán. La comunidad internacional realizó llamamientos continuos a los terroristas para que recondujeran la situación y propiciar un entendimiento y reconciliación con sus mismos compatriotas de Cisjordania. Ello fue imposible por la intransigencia de HAMAS.

Hace seis meses Israel, Cisjordania y los rebeldes de Hamas firmaron un acuerdo de alto el fuego indefinido por el que se respetarían las fronteras, se permitiría la entrada de ayuda humanitaria en la franja de Gaza que adolecía de una hambruna por la situación de quiebra económica a la que se había visto abocada por los terroristas de HAMAS y se sentarían las bases para un acuerdo a tres bandas con el que intentar recuperar la hoja de ruta que nació tras la reunión de Madrid.

Durante esos seis meses las rutas y corredores humanitarios que desde Egipto y Siria permitían la entrada de víveres y todo tipo de elementos de primera necesidad eran utilizados por HAMAS para introducir clandestinamente armamento y munición con los que rearmar a sus partidarios para el fin último de su organización que no es otro que la aniquilación total de los judíos en tierra santa.
Desde hace dos meses los terroristas de HAMAS han venido violando ese alto el fuego indefinido con un intermitente goteo de misiles a las ciudades del sur de Israel. Mísiles que en la mayoría de casos han causado daños menores a las infraestructuras de los barrios, calles y edificios, pero que también ocasionaron la muerte de dos civiles hebreos.

Israel ha acudido hasta en dos ocasiones a la reunión permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para exigir el fin de la violencia de HAMAS contra su territorio, así como el reconocimiento de sus dirigentes del compromiso de alto el fuego. La respuesta siempre ha sido la misma: El silencio de los terroristas.

Dos meses después Israel ha decidido poner fin a la situación provocada por HAMAS por la propia seguridad de sus ciudadanos que viven con el temor de que cualquier día aparezca un cohete kasam en su calle. Con los terroristas hay que tener una posición de firmeza porque en el momento que advierten cierta tibieza arremeten con más fuerza si cabe para aprovechar la situación. Parece mentira que teniendo la experiencia que tenemos en España con las sanguijuelas de ETA, la número 3 del PSOE se permita realizar ese tipo de declaraciones. Los terroristas son siempre eso; la misma calaña de bestia hablen en vasco y porten txapela, o reciten los versículos del Corán mientras se enrollan un cinturón de explosivos.
Sinceramente indignante.


miércoles, 24 de diciembre de 2008

FELIZ NAVIDAD

Pese a que llevamos semanas viendo escaparates repletos con espumillones de chillones colores, destellos que pugnan en su intermitencia por provocar epilepsia, balconadas, terrazas y ventanas que mimetizando el modelo yanqui se disputan el dudoso galardón de la horterada navideña y algún que otro árbol de navidad decorado con gusto distraído -como el de la plaza del Ayuntamiento de Sant Joan-, lo cierto es que la navidad propiamente dicha da su inicio esta tarde-noche.

Como reza ese conocido villancico "Esta noche es la nochebuena y mañana es pascua de la navidad..."

Ciertamente hoy es para mí la noche más especial del año; aquella que tiene ese algo de misterio, de ilusión, quizá de esperanza, un punto inexplicable al márgen de la razón. Ya sé que como historiador está mal dejarse llevar por los sentimientos que puedan ser ajenos a la objetividad y a la razón. Conozco el sincretismo que el cristianismo realizó de los cultos profanos de Roma que consideraban el día 24 como la del nacimiento del glorioso emperador Augusto, amparadas en los conocimientos astronómicos de mayor o menor proximidad del sol etc, etc, etc. Lo dejaré de saber...

Pero para mí la navidad tiene como he señalado un halo especial de misticismo que puede ser resulte totalmente subjetivo y condicionado por la sociedad en la que vivimos.
Lo cierto es que con todos los "peros" que queramos la navidad despierta muchos sentimientos positivos. Es verdad que deberían estar presentes durante el resto del año, pero considerando el mundo en que vivimos el hecho que exista una época del año que haga aflorar esa amalgama de emociones que permanecen ocultas ya supone un hito.

La navidad desprende una magia que muchas veces olvidamos tiene una plasmación práctica y real en una simbología que cobra especial relevancia para los cristianos, pero que es perfectamente extrapolable al resto de confesiones.
Esto es, los colores de la navidad:

- El rojo que identifica la unión mística de Cristo mediante su sangre con el pueblo y que representa el compromiso de amor y amistad que adquieren entre sí las personas.

- El verde representa la esperanza en el Mesías que identifica la confianza en un futuro prometedor.

- El blanco de la nieve otorga la pureza de espíritu y la paz para con nuestros semejantes.

- El amarillo identificado con la estrella de Belén encarna la verdad que siempre debe guiar las relaciones entre las personas.

Éstos y no otros deben ser los valores primordiales que vayan unidos a las fechas especiales que hoy dan comienzo, que por supuesto pueden acompañarse de otros pero nunca superponerse a los primeros porque en ellos reside lo que somos.

Desde este blog os deseo una feliz noche en compañía física de vuestros seres queridos y mental de aquellos que por circunstancias de la vida ya no pueden compartir estas fechas como nos gutaría.

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!


viernes, 10 de octubre de 2008

La desmemoria histórica

Nos encontramos inmersos en una situación de crisis económica que a la vista de las encuestas y la caída del PSOE en las mismas, al fin ha sido reconocida por el ejecutivo de Zapatero; eso sí, a regañadientes y sin un ápice de humildad envueltos en el socorrido y falaz ¡¡"y tú más"!!.

Hoy, mientras millones de españoles se afanan por escatimar gastos, rentabilizar al máximo sus ingresos y encomendarse al patrón local para llegar a fin de mes, nuestro gobierno, el que nos representa a todos por expreso deseo de las urnas, parece vivir ajeno a la realidad del país al que dirige. Y es que analizando los Presupuestos Generales del Estado para los próximos 365 días, y a la vista de las dotaciones de capital, cantidades y fondos destinados a los distintos departamentos, nadie diría que están concebidos para un estado en crisis. Más bien parecen sacados del país de las maravillas en que habita Magdalena Álvarez, que de todo un ministro bragado en las lides económicas como es Pedro Solbes.
¿Como se puede entender que se mantengan o incluso aumenten los gastos de Moncloa y de la Casa Real? ¿Es comprensible una previsión del 12,5% de tasa de paro, cuando hemos experimentado en tan sólo 5 meses un incremento del 3,5% escalando hasta el 11,4%, y todos los analistas, expertos y organismos internacionales advierten de un incremento hasta el 15% para 2009?

Al márgen de la cuestión económica y de todos esos disparates que permanecen y se agudizan en el ejecutivo socialista a modo de causa-consecuencia, hay una cuestión que está de plena actualidad en la presente semana: La memoria histórica.
Esas dos palabras con una fuerte carga emocional, que aspiran a convertirse en la enésima cortina de humo de un gobierno que anda a la desesperada buscando un oscuro a la par que cálido lugar para ocultar sus vergüenzas.

Una cuestión que el ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero y toda el ala más escorada a la izquierda del Parlamento están rentabilizando más allá de la mera compensación a las víctimas, dado que la han convertido en una afilada arma arrojadiza que va directa al entrecejo de los diputados populares; y que por ende nos insulta a los más de diez millones de votantes que elegimos esa opción política en las últimas elecciones generales.

"Una ley para cerrar las heridas y propiciar la reconciliación nacional". Así reza el articulado de la Ley de memoria histórica que pervierte su sentido desde el mismo momento de ponerla en práctica, cuando sus ideólogos la utilizan para cargar contra el adversario político.

Y es que todavía a día de hoy se sigue cargando la responsabilidad de un alzamiento militar ocurrido hace más de setenta años a los representates de la que según las últimas elecciones generales es la segunda fuerza política de la nación, el Partido Popular. Todavía hoy prevalecen los encendidos discursos que buscan culpar a sus dirigentes, votantes y militantes de lo acaecido 7 décadas atrás. Todas y cada una de las personas que comparten un ideario próximo al liberalismo democristiano deben disculparse por unos hechos que nos atribuyen como representantes del centro-derecha español. Y yo me preguntó, ¿por qué?

¿Tengo que responsabilizarme yo que nací 5 décadas después, de unos dramáticos hechos que ocurrieron en un tiempo pretérito?

La respuesta es clara y concisa, NO. Nadie hoy día tiene responsabilidad penal ni moral del enfrentamiento fratricida de 1936. Los bandos que tomaron partido en la guerra enterraron a sus dirigentes hace muchas décadas y no tiene sentido persistir e incidir en el mismo asunto de manera recurrente.
Rectifico. Si tiene sentido para algunos; para todos aquellos que desde su posición política pretenden extraer rédito electoral al asunto y aprovechar el panorama para desviar la atención y conducir a la población a través del oligopolio mediático en una dirección, de manera que a modo de distracción el pueblo permanezca impasible y muchas veces ingenuo a otros temas que de verdad le afectan e inciden en su día a día.

Como militante y votante del PP soy partidario de la justicia para con todos aquellos que padecieron en sus carnes crímines, torturas y todas las penurias derivadas de la falta de libertad. Pero pienso que no se pueden tener dos raseros de medir ni calibrar el dolor, la muerte y las vidas de las personas. Naturalmente que se deben encontrar, reabrir las fosas y exhumar los cadáveres de los hombres, mujeres o niños que fueron víctimas de la represión franquista; pero considero de justicia y de verdadero acto de conciliación nacional que también se realice la búsqueda de todos aquellos que fueron víctimas de juicios populares, de checas o paseos en la República, así como esos otros hombres que murieron víctimas de una revolución que precedió al alzamiento nacional de 1936 y que muchas veces se oculta interesadamente, pero que como aquel golpe militar de Franco supuso quebrantar la legalidad de la II República. Me refiero a la revolución de 1934 cuyo saldo oficial de fallecidos superaba las diez mil personas, amén de otros tantos desaparecidos y de las que poco se sabe.

Si de verdad interesa cerrar de una vez por todas las heridas de guerra, de enfrentamiento y de sangre de las "dos Españas", hagamoslo. Pero contribuyamos de forma justa y responsable a ello, porque de lo contrario una vez más estaremos enalteciendo a unos y condenando a otros al ostracismo de la memoria. Eso mismo que durante cuarenta años padecimos todos y que ahora algunos pretenden utilizar como venganza hacia otros.


viernes, 3 de octubre de 2008

La otra vida de Isabel (II)

Lo cierto es que poco o nada se dejó a la improvisación en la vida de Isabel I de Castilla. La reina tuvo seis hijos para los cuales tendría misiones muy concretas a la hora de tejer sus intereses en el contexto internacional.

A la primogénita Isabel la empleó para estrechar los lazos con Portugal y enterrar de una vez por todas el fantasma que la amenaza lusa suponía para sus aspiraciones. Tras fallecer su primer marido, volvería a contraer núpcias con el primo del infante que se convertiría en rey.
Isabel situó a Juan en centroeuropa, en el entonces denominado Sacro Imperio Romano Germánico de Maximiliano I, que contrajo matrimonio con Margarita de Austria.
María sirvió como refuerzo en las relaciones con Portugal ya que suplió la muerte de su hermana Isabel casándose con su viudo; daría a luz a dos reyes y una reina consorte.
Otro de los hijos fue Pedro de Embasaguas que murió en el parto.
Y por fin serían Juana y Catalina quienes fraguarían con su legado los dos grandes reinos de la época: el español (Carlos V) y el inglés (María Tudor).





Isabel, fue una mujer de mucho carácter y con decisión propia. Con sus hijos fue severa, pero buena madre, haciéndoles entender que tenían unas obligaciones por su rango de hijos de reyes, y que debían sacrificarse mucho por ese motivo. Su vida es una lección constante en este sentido, pues cada paso que la reina fue dando no estuvo exento de polémica, violencia e intriga.
En un tiempo en que todavía la figura del valido ni siquiera se planteaba como en épocas posteriores, eran los reyes quienes decidían absolutamente todos los aspectos de su política.

En Castilla en virtud de los acuerdos que los nobles obligaron a firmar a Fernando para salvaguardar la preeminencia de Isabel y evitar que la voluntad masculina se impusiera a la de la reina, hicieron que Isabel tuviera la última palabra en todos los asuntos de carácter táctico-militar. Una situación arriesgada en una época en que esos asuntos se reservaban a los hombre.
Pese a todo, a la luz de los acontecimientos y su desenlace parece que la reina tuvo el suficiente tesón y arrojo para llevar a buen puerto las gestas emprendidas.
Navarra, Canarias y más concretamente Granada situaron a la reina como genial estratega y la animaron a la conquista del norte de África como dejó reflejado en su testamento dado que su temprana muerte le impidió culminar ese objetivo.

Uno de los proyectos más polémicos y todavía no exentos de interpretaciones en uno u otro sentido fue el Decreto de expulsión de la minoría judía de Sefarad -denominación en hebreo de Hispania-España-.
La historiografía afirma que los tres hitos principales del reinado de Isabel y Fernando para las Españas fueron la unidad económica, la territorial eliminando la independencia de Granada y Navarra, así como la homogeneización de la fe cristiana tanto en Aragón como en Castilla.
Lo cierto es que mucho se ha hablado de las presiones de terceras personas en el hecho de la toma de decisiones en el sentido de expulsar a las minorías de los reinos penínsulares, pero pocos historiadores saben a ciencia cierta lo que propició el cambio de actitud en la corona castellana con respecto a décadas precedentes.

Los judíos habían sido fundamentales desde la instauración de los Trastámara en el trono castellano, en su papel de asesores, médicos, astrólogos, consejeros y por supuesto, prestamistas y hacedores de la corte. Tal es así la situación que ya a mediados del siglo XIV la nobleza castellana recelaba de las relaciones de los monarcas con los judíos.
La situación de constante enfrentamiento que vivió Castilla desde finales del siglo XIII situó a los judíos en uno u otro bando en función de los intereses y contrapartidas lo que les granjeó enormes fortunas, prebendasy propiedades, además de una ingente animadversión entre los cristianos nobles que se encargaron de insuflar el odio a las clases más populares.
La propaganda contra los judíos no tardó en aparecer, y ésta se vio fortalecida por la mala situación en muchas ciudades y villas tanto económica como higiénica. Uno de los males que azotó Europa desde 1348 se convirtió en el principal aliado de los detractores de los judíos en Castilla: La peste.
Así la minoría hebrea fue responsabilizada de traer la epidemia a sus vidas. Se llegó a afirmar que fueron los judíos quienes habían envenenado los pozos para que se propagara la enfermedad y quedarse con las posesiones del pueblo.
La usura y el préstamo como actividades habituales de este grupo étnico tampoco ayudaron en demasía a mejorar su imagen por lo que la violencia, el pillaje y desprecio hacia ellos no tardó en llegar. Los conocidos como progroms se generalizaron a partir de 1391 en todo el reino y precipitaron la destrucción de las aljamas y juderías de las ciudades, con la consecuente muerte de muchos de ellos, destierro o expropiación de bienes.





Así dio inicio el siglo XV con una peligrosa coexistencia entre cristianos y judíos que amenazaba con saltar por los aires en cualquier momento.
Durante el reinado de Enrique IV, hermano de Isabel, eran muchas las voces que tildaban al rey de bastardo, incluso llegando a afirmar que sangre judía corría por sus venas. El motivo es tan peregrino como lógico en una mentalidad medieval y consecuentemente ingenua y maleable: El color rojizo de sus cabellos y sus ojos claros.

Ello de lo único que daba certidumbre era de la psicosis existente en relación al judío. Un miedo fundamentado en el hecho de que aquellos considerados extranjeros pudieran desempeñar funciones de más prestigio que los propios castellanos, y naturalmente de más remuneración económica. Las transacciones comerciales que realizaban contribuyeron a alimentar la leyenda del desprecio de éstos hacia las instituciones cristianas, pues la Iglesia había prohibido desde tiempo inmemorial la usura y el préstamo con interés por considerar que suponían una discriminación entre hermanos de fe. Los judíos estaban exentos de esa prohibición y eran los únicos capacitados a tal efecto.

De manera que esta fue la situación que Isabel halló a finales del siglo XV; una conflictividad latente que de haber despertado habría supuesto una grave amenaza para sus aspiraciones. Lo cierto es que los hebreos sabedores de ésto se encargaron de agasajar a la reina. Primero garantizándole fondos para la conquista y posterior pacificación de Granada, y posteriormente mediando en Gante, Amberes o Flandes para asegurar la financiación necesaria de los banqueros alemanes de la Haya en el proyecto de Colón.

Sin embargo posiblemente las presiones de las casas nobiliarias que habían aupado a la reina al trono aunaron esfuerzos en contra de los judíos. La unión territorial y religiosa obsesionaba a la reina y tras la conquista de Granada uno de esos objetivos se había culminado; restaba uniformar la fe en la península. Posiblemente ese fuera uno de los argumentos fundamentales de los afectos a la reina para precipitar la salida de los judíos. Pero no hay que descartar otro punto de interés que pudo hacer pensar a la reina en la conveniencia de este extremo.

Si damos el salto unos años al Oriente Europeo, observamos un cambio cualitativo en las fronteras cristianas que se repliegan hacia Occidente frente al avance imparable de la media luna. La época de las cruzadas queda lejos y la recuperación de tierra santa para la fe de Cristo ha quedado relegada a mera leyenda. Ahora son los musulmanes los que amenazan la integridad del territorio europeo a manos de los turcos otomanos. Concretamente en 1453 conquistan la inexpugnable Constantinopla que se había mantenido desde su fundación más de mil años en manos cristianas. Ese punto de inflexión hace cundir el desánimo y el miedo entre los reinos cristianos. Pero las gestas bélicas no se reducen a ese ámbito concreto de Europa pues la Armada turca ataca varios puntos del mediterráneo y llega a situar bastiones de mercenarios en el norte de África en Orán, Barbería o Trípoli que se encuentran enfrente de las costas españolas.
Hoy sabemos a ciencia cierta que la convivencia de turcos y judíos en Palestina les abre las puertas de numerosos puertos occidentales, pues la actividad mercantil de éstos últimos facilita el intercambio de información que los turcos utilizan en su beneficio. Las costas ibéricas no son ajenas a estas apetencias otomanas que ansían recuperar los territorios del otrora imperio islámico.

Es precisamente esa connivencia entre judíos y turcos la que atenaza las conciencias de la nobleza, convirtiéndose en un mensaje que martillea constantemente a la reina. El reino de Castilla no hubiera podido hacer frente militarmente a una invasión de esas características fuera por tierra o por mar. La única solución por tanto era atajar el problema de raíz; y eso precisamente supuso la expulsión.





Continuará....

martes, 30 de septiembre de 2008

Mari Bárbola ataca de nuevo

El pasado sabado el sueño en fase REM de muchos españoles fue interrumpido de golpe y porrazo a cuenta de una de esas trifulcas televisivas a las que tan acostumbrados nos tienen. Lo cierto es que hablar de tertulias en las que los intervinientes se lanzan los platos a la cabeza no tiene, desgraciadamente, nada de original ni novedoso; pues la mayor parte de las veces los protagonistas parecen salidos del corral, dispuestos y entrenados para erigirse en verdaderos gallitos de pelea.

Sin embargo, no es menos cierto que en determinadas ocasiones se les presupone cierto saber estar y tablas en esto del debate; más si cabe al tratarse de profesionales del periodismo. Ahí está el quid de la cuestión.

Dejando a un lado el canal de emisión del programa de marras (la cadena amiga), el debate del sabado noche en La Noria versaba a propósito de la problemática vasca con el referéndum, la libertad y la debilidad o no de ETA.
El moderador -por decir algo, pues más que moderar enjuicia y participa siempre desde uno de los lados-, presentó a los intervinientes que ya se han convertido en asiduos: Isabel Durán, Enric Sopena, Miguel Ángel Rodríguez y Mª Antonia Iglesias.

Como cada sabado conforme se iban produciendo las intervenciones la temperatura ascendía por momentos. Las constantes interrupciones que ya se han convertido en costumbre por parte de Mª Antonia Iglesias impedían escuchar con claridad los argumentos de Isabel y Miguel Ángel.
La tensión llegó hasta tal punto que por momentos la audiencia confundía a la señora Iglesias con María Patiño, pues su grado de congestión facial así como el volúmen de su vena alcanzaron cotas alarmantes. En este punto, el siempre irónico Miguel Ángel advirtiendo la situación, recomendó a la periodista de la bancada siniestra que se tomara una pastillita para la tensión.
Esas palabras despertaron al Vesubio que Mª Antonia llevaba dentro, espetándole a Rodríguez: "eres un machista repugnante y un cabrón". El aludido sentenció: "y tú una imbécil".

Hasta aquí llegó el debate, que quedó zanjado por Jordi González de forma fulminante. "Siento vergüenza", afirmó.
Yo sinceramente, también. Siento vergüenza de que tengas a una señora en tu programa que ha convertido el insulto, la difamación y la demagogia en su mecanismo de facto. Ella no debate, acribilla, humilla, ningunea al adversario a través de palabrería barata y ruin, a la que en caso de verse acorralada acompaña de la más amplia variedad de insultos y exabruptos.

Pero la dinámica biliosa de esta señora no viene de ahora, no. Desde los tiempos que inició su andadura en los debates televisivos de la mano de la otrora reina de las mañanas, María Teresa Campos, su lenguaje no ha variado un ápice. Me vienen a la memoria muchos de los enfrentamientos que protagonizó la buena mujer en directo, pero por su crudeza, bajeza moral y cobardía al no estar presente el aludido, no puedo dejar de reproducir aquí las palabras que una indignadísima Mª Antonia dedicó al que fuera Secretario General del Partido Socialista de Euskadi, Nicolás Redondo; cuando en los años de mayor colaboración PSE-PP para acorralar a ETA y sus brazos políticos, el señor Redondo fue calificado como "hijo de puta" en palabras de la tertuliana con hechuras de albóndiga sectaria.

Y no es de extrañar este comportamiento, esta cerrazón ideológica y seguidismo socialista, pues el currículum -y la cuenta corriente-, de Mª Antonia se vieron engrosados en los años de gobiernos de Felipe González.
Fue en la década de los 80 y la movida, cuando la televisión de todos los españoles TVE, alcanzó las mayores cotas de manipulación y tendenciosidad que se recuerdan. ¿A que no adivinais quién era la directora de informativos de la época? Bingo. La misma Mª Antonia Iglesias.

Y para los annales de la historia y la vergüenza nacional queda ese momento cuando en el mundial de 1986, año electoral, al marcar Emilio Butragueño para la selección española, la maquinaria propagandística socialista se puso en funcionamiento con toda su crudeza y aprovechó el instante de máxima audiencia tras el gol para rotular la parte inferior de las pantallas con un mensaje claro y conciso: ¡¡¡VOTA PSOE, VOTA PSOE, VOTA PSOE!!! Sobran las palabras, ¿verdad?

Así se las gastaba nuestra musa-tertuliana preferida. La misma que hoy día viene a darnos clases de ética, moral y Educación para la Ciudadanía; para inculcarnos sus valores amparados en la mentira, la mezquindad y el insulto.
Una actitud que ansia recompensa física, contante y sonante, y abstracta pues está en liza el título de la más arpía del reino; y Maruja Torres y Rosa Regás le van a la zaga.
Es por ello que cada mañana Mª Antonia al mirarse al espejo se repite para sí misma: "Espejito mágico, espejito mío ¿quién es la más sectaria sobre la faz de la tierra?". Ninguno contesta, pues el reflejo los hace añicos. La razón es óbvia.


sábado, 27 de septiembre de 2008

La otra vida de Isabel (I)

En ocasiones ciertas conversaciones despiertan una serie de preguntas, cuestiones o interrogantes que en suma manifiestan un interés inusitado por determinado tema que a priori parece sencillo pero que se complica en función del pensamiento de cada persona.

Si por algo me parece apasionante la historia es por la dispar capacidad de visualización que posee el ser humano y que mediante la abstracción le permite atender de forma distinta a un determinado acontecimiento; de ahí que las suposiciones, conjeturas y conclusiones finales puedan diferir en número y resultado.


Quizá por deformación profesional o por mera afición lo cierto es que cuando sale un tema relativo a épocas pasadas, no puedo evitar analizarlo varias veces desde distintos puntos de vista para tratar de alcanzar una respuesta más o menos razonada. Casi nunca tiene que ver con la realidad oficial que a día de hoy resulta universalmente aceptada, pero en los hechos históricos poco o nada ha llegado a nuestros días de forma objetiva y limpia.

Una vez desaparecen los protagonistas, sus hechos, palabras, hazañas o vivencias quedan indefensos ante burdas manipulaciones, incorrecciones o simples retoques que les otorguen mayor prestigio. La vanidad humana es así de simple y de cruel al mismo tiempo, porque en el titánico -y casi siempre rentable- esfuerzo de deformar/transformar la realidad a su antojo, pierde la esencia de la verdad en su conciencia.



El asunto que ha sido objeto de mi desvelo se centra en una de las soberanas más alabadas y al mismo tiempo odiadas de la historia de "Las Españas". Amor y desprecio a una mujer que con tesón, fuerza y testa supo sentar las bases de un Estado Moderno en la miserable Castilla. ¿Heroína o tirana? ¿Santa y salvadora de la patria o mera megalómana y genocida?

Lo único cierto de la vida de Isabel es que no dejó a nadie indiferente. Y no lo hizo ya tempranamente por su condición de heredera al trono; pues estaría llamada a convertirse en reina una vez su hermano Enrique IV abdicara o finalizara Dios mediante su reinado.

No lo tuvo fácil, pues los años en los que Enrique ostentó el trono no fueron precisamente nada halagüeños para el prestigio de la institución monárquica. Revueltas de las minorías étnicas, guerras de poder entre los clanes nobiliarios, conflictos internacionales con las potencias emergentes de Aragón, Francia o Portugal, aderezado todo ello con una crisis en el campo y unas condiciones higiénicas que diezmaron a la población y abonaron el terreno a uno de los peligros que horroriza a cualquier corte o gobierno que se precie: la hambruna. Ya se sabe que cuando el estómago ruge, las revoluciones, motines o conflictos no tardan en aparecer. Y fue precisamente en ese contexto en el que Isabel se perfilaba como futura monarca de los maltrechos castellanos.

Si no tenía suficiente, la pugna por el poder con su sobrina Juana "la Beltraneja" acabaron por fragmentar el dificil equilibrio existente en el reino. Las potencias ibéricas se frotaban las manos ante la desmembración del reino más extenso de la península, lo que despertaba sus respectivas expectativas expansionistas y hegemónicas. Aragón primero e inmediatamente Portugal no tardaron en mover ficha y materializar sus apetencias en alianzas matrimoniales con Isabel y Juana respectivamente. El órdago estaba encima de la mesa.

Fue precisamente esa convulsa situación la que ayudó a curtirse en las lides políticas a la joven soberana; primero para acceder al trono y posteriormente para asegurar a sus sucesores tranquilidad y equilibrio en las tareas de gobierno, evitando que de nuevo tuvieran que superar los avatares por los que había transitado ella, pero que sin lugar a dudas la legitimiban en el trono como a ningún otro monarca castellano.

El primer gran triunfo de la reina católica le sobrevino merced al Tratado de Alcaçobas (1479), poniendo fin a la contienda con Portugal por la corona castellana y asegurándose además del cetro real, la posesión de Canarias que sin saberlo ella abriría a los navíos castellanos la puerta de acceso a los alisios atlánticos y por ende, al Nuevo Mundo.














Pero la calma derivada tras la tormenta con Juana y Portugal no aseguraba ni mucho menos la permanencia en el tiempo de Isabel en el trono.

Los años del siglo XV trajeron no sólo a Castilla sinó al resto de Europa unas estructuras que suponían las superación del órden estrictamente medieval; es decir el cimentado en la nobleza como garante del poder real. Ahora los monarcas que desde la caída del Imperio Romano de Occidente habían sido considerados como "primus inter pares" (primeros entre iguales), estarán interesados en hacer valer su autoridad frente a las intrigas de una nobleza ávida de poder, riquezas y promoción personal.

Tanto en Castilla como en Aragón los clanes nobiliarios laicos y eclesiásticos habían dotado a los reyes de las dos herramientas para hacer valer su estandarte: armas y financiación. Fueron nobles y órdenes militares los que en mayor medida se pusieron al servicio de uno u otro monarca en el árduo proceso de la Reconquista peninsular. Unas veces amparados en las exoneraciones de pagos, tributos o cargas que los monarcas ofrecían; otras tantas combatían bajo la garantía de engrandecer sus dominios y reunir las fuerzas suficientes para aspirar algún lejano día al trono.

El siglo XV trajo cambios en esa concepción de la monarquía como mera comparsa de las luchas intestinas de clanes. Isabel no sería ajena a ello y precipitaría el fin de la dependencia de su gobierno a las apetencias de los Mendoza o Medina-Sidonia de turno.

Continuará....

viernes, 5 de septiembre de 2008

Las reinonas de la semana

Desde tiempo inmemorial los hombres han intentando hacer acopio de triunfos, honores y méritos bien fuera a través de la conquista, del descubrimiento o de la ciencia. En no pocas ocasiones muchas de esas hazañas pasaron casi desapercibidas debido a la nula capacidad de trasmisión del hecho pues las élites que dominaban los organismos difusores como podían ser los libros, imprentas y más tarde periódicos, publicitaban únicamente aquello que convenía a sus propios intereses.
El siglo XX trajo una auténtica revolución en la difusión informativa, dado que ya no eran sólamente las clases acomodadas las que podían tener acceso y control de esos medios con lo que el abanico de posibilidades se ampliaba a la mayoría de la sociedad, otorgándoles su oportunidad informativa. Hoy día la oferta es total e infinita y somos testigos de ello cada día.

No es de extrañar que hace unos años se acuñara el término del "minuto de gloria" que todos ansiamos tener en los medios de comunicación. Lo cierto es que esos minutos de oro son aprovechados o desaprovechados por decenas de personas de la más diversa condición que aparecen y desaparecen cada día en nuestros televisores, internet, periódicos, sintonías de radio...

En la presente semana se inauguraba el ciclo laboral habitual para la mayor parte de los españoles que tras el parón estival regresan a la rutina de sus vidas.
Una semana por tanto plagada de novedades, de estrenos televisivos, de temporadas de series, programas y demás savia nueva que amenaza con mantenernos pegados a las pantallas durante horas.

Uno de esos estrenos -publicitado y magnificado hasta la extenuación en las semanas precedentes-, fue el de la otrora reina de las mañanas María Teresa Campos, que enfundada en una sonrisa permanente regresaba a la cadena amiga para dirigir uno de los espacios de debate político y actualidad, "La mirada crítica".
Pese a la campaña de difusión, el "bombazo" de su entrevista con el presidente del gobierno, y el morbo de ver si en una de sus tertulias a su compañera de fatigas Mª Antonia Iglesias empieza a darle vueltas la cabeza cada vez que alguien pronuncia el nombre de José María Aznar, la realidad es que sus índices de audiencia la alejan excesivamente de los datos que en el pasado la entronizaron en la parrilla televisiva.
"La Campos" ha cumplido un ciclo, plagado de luces y de sombras, que la llevaron a saborear las mieles del éxito y ahora la precipitan hacía las profundidades del share televisivo. Quién sabe si no será esta la venganza perfecta del mandamás de Telecinco, Vasile, tras los cariñosos epítetos que le dedicó la buena señora cuando fichó por la competencia.

En otras latitudes hallamos otro ejemplo de esos minutos aúreos de los que algunos personajes precisan para mantenerse en el candelero mediático.
Ella no es otra que una mujer de bandera "roja", claro está; y no sólo por su respetable ideario sinó además porque como ocurre con la advertencia en las playas a propósito del baño, acercarse a esta periodista puede ser letal a la luz de sus declaraciones.
Y es que la simpar Maruja Torres en una conferencia sobre el ahorro de agua en el marco de la Expo de Zaragoza sorprendió a propios y extraños con sus particulares hábitos higiénicos que pasaban por aprovechar al máximo la capacidad del WC antes de tirar de la cadena, así como dilatar en el tiempo (3 días) sus jornadas de ducha, dado que ella no olía mal y no precisaba asearse más que lo estrictamente necesario.
No he tenido el placer de estar cerca de la mencionada señora, pero intuyo que si algún día pasa por tierras levantinas sabremos de su presencia merced a ese aroma embriagador que la caracteriza.
Lástima que Maruja no profese esa política tan ahorrativa en otros menesteres cuando su vivaraz lengua se desata, arremetiendo contra todo aquel que no comparte sus reflexiones políticas, y haciendo gala de una incontinencia verbal sin límites al grito de """hijos de puta""" contra los votantes del Partido Popular.

Y la última de las mujeres que ha dado que hablar esta semana ha sido la miembra del gobierno más joven, que amparada bajo el regazo de Manuel Chaves y alimentada por el flamenco más cañí, desembarcó hace ocho meses en el gobierno de la nación al frente de un ministerio de cara a la galería. Y no es que lo diga yo, no; es que la cartera de Igualdad no posee todo aquello que la definiría como tal. Ni edificio propio, ni vehículo, ni teléfono, ni nada de nada. Bueno, perdón, si algo si tiene un plan de austeridad. Dada la situación de crisis que padecemos los españoles el gobierno ha puesto en marcha el mencionado plan, y una de sus titulares parece ser alumna aventajada en este asunto, pues esta semana se ha conocido la reforma a la que está siendo sometida la que será su sede ministerial, la antigua Casa de la Comisión Nacional del Mercado de las Telecomunicaciones, así como el caprichito de Bibí de instalarse un jardín de estilo Zen para desestresarse de la frenética actividad que desarrolla y, que la ha llevado a realizar propuesta y media en 6 meses.
La Seguridad Social ha entrado en déficit, el paro casi dobla la tasa del conjunto de la Unión Europea, no hay certeza que las familias en esa situación cobren a final de mes, pero eso no importa a Bibiana Aído, flamante ministra de Igualdad, que como tal predica con el ejemplo.

Tres casos dispares de las que en su día creyeron ser reinas tocadas por el mismo Dios, pero que a la luaz de sus actos, manifestaciones o hechos no alcanzan más que a conformar el dudoso mérito de convertirse en reinonas por un día.


jueves, 4 de septiembre de 2008

La teoría del eterno retorno...

Como reza el título de este artículo, hoy me he decidido a volver a reencontrarme con este blog que inauguré hace más de un año y que por diversas causas ha estado inactivo durante los últimos meses. Y es que ya lo decía Nietzsche cuando exponía en su obra "Así habló Zaratustra" los principios de la teoría que denominaría del eterno retorno, considerada hoy día únicamente desde el punto de vista cronológico, en el sentido de la vuelta de las cosas en la vida y de repetición de lo sucedido.
No obstante, la génesis de dicho pensamiento encierra algo que es vital para la supervivencia del ser humano: la superación de los miedos. Esto viene a decirnos que un horizonte de infinitos retornos no nos intimide y podamos ser capaces de eligir, de forma que si tuviéramos que volver a vivir toda nuestra vida de nuevo nos fuera posible hacerlo sin temor. Nietzsche, por tanto, nos enseña sólo una cosa: El hombre logrará transformarse en el "Superhombre" cuando logre vivir sin temores.

El miedo en ocaciones es consecuencia directa de nuestra imaginación, pensamientos y razonamientos que poco o nada tienen que ver con la realidad; fruto en suma, de la denominada sugestión.

El temor es sin lugar a dudas, la sensación, sentimiento o experiencia humana que de manera más virulenta ha subyugado bajo su falsa apariencia a nuestra especie desde que la memoria colectiva se pierde en los annales del tiempo.

Desde que el primer homínido tembló de pavor al comprobar la fuerza destructiva del fuego derivado del impacto de un rayo sobre la tierra, nuestros congéneres de esa y otras épocas han experimentado todo un cúmulo de sensaciones desagradables relacionadas con el miedo.
La naturaleza nos dotó de una inteligencia superior al resto de animales que en unas ocasiones se empleó para lo que podríamos denominar "el bien", y en otras tantas situaciones históricas -las más-, se empleó para "el mal". De ahí las consabidas consecuencias derivadas del miedo fueron utilizadas por las élites de las diferentes sociedades para controlar e impartir doctrina entre sus correligionarios, con la seguridad que nadie osaría contradecir sus designios, habida cuenta de la horrenda condena, que en virtud de ese pánico anidaba en el imaginario colectivo, aderezado además por la superstición y la leyenda.

Pero no nos engañemos, pues ese temor impuesto no era otra cosa que el espejo mismo donde aquellos dirigentes contemplaban sus propias miserias, y por ello completaban el círculo mediante el que paliar sus miedos a perder los lujos, placeres, privilegios... El poder, en definitiva.

Cada temor nace de otro episodio de pánico todavía más acusado. La historiografía de mediados del siglo XVII se encargó de catalogar a la Edad Media como la etapa de mayor oscuridad conocida en la historia hasta aquel momento. El control omnímodo que la Iglesia y los pequeños estados ejercían sobre una sociedad analfabeta e ignorante la convertía en el perfecto caldo de cultivo para ser pasto de los más variados temores. Hoy día sabemos que ese calificativo no hace honor a la verdad de los siglos que genéricamente se engloban desde la caída del Imperio romano occidental en el año 476 d. C. hasta la entrada del Islam en Constantinopla en el año 1453, por la sencilla razón que quienes en el siglo XVII acuñaron tan peyorativamente al medievo lo hacían movidos por razónes idénticas a quienes condenaron al ostracismo a la Edad clásica grecorromana en la época medieva: el miedo, una vez más.

Temor derivado de un cambio en los esquemas sociales, políticos o culturales que rompen con la etapa precedente, y que por tanto deben desaparecer para evitar cualquier conato de retorno a una edad olvidada que en teoría era menos desarrollada y floreciente que la siguiente. Sucedió con Grecia y Roma, con los reinos medievales, el renacimiento, la edad moderna, revoluciones contemporáneas del siglo XIX, grandes guerras del siglo XX y todavía hoy sigue sucediendo en un proceso lento, continuo y constante que debe su supervivencia a una primacia que necesariamente debe convertirse en hegemónica.

Dicho ciclo se repite volviendo una vez más a la teoría de Nietzsche, quién fue utilizado por el III Reich como uno de los grandes ideólogos del régimen nazi; consiguiendo mediante la distorsión de sus reflexiones y teorías legitimar una forma de gobierno, una expansión, sumisión, aniquilación y genocidido colectivo a los que necesariamente debían dar carta de naturaleza que les permitiera esconder sus verdaderos complejos y temores con respecto a todo aquel considerado como diferente. El miedo una vez más convirtió a un hombre y, por extensión a la Alemania nazi, en uno de los grandes monstruos que jamás haya conocido la historia.

Afortunadamente todavía existen remedios eficaces para combatir esos temores que atenazan las almas humanas, merced a los cuales todavía podemos seguir escribiendo las vivencias de los hombres.
La lectura, la instrucción y la educación resultan ser los tres principios fundamentales para mitigar el efecto de pánico en las sociedades que, en función del individuo, nos ayudan a mantener una actitud crítica, seria y razonada sobre las más variopintas cuestiones de nuestros quehaceres cotidianos. Las formas de chantaje emocional y de amedrentamiento al ser humano quedan para otras épocas menos propicias para la razón y el pensamiento.
Y hoy es preciso aplicar esa teoría del eterno retorno para recuperar muchos de los valores y principios que creemos olvidados, pero que permanecen como lo han hecho siempre, aguardando que nuestras conciencias demanden su vuelta a nuestra cotidianidad.