jueves, 18 de noviembre de 2010

Trini, la ministra chaquetera...

¿Cómo se puede confiar en un político que traiciona sus ideales cuando adquiere una parcela de poder en el gobierno?


La ahora ministra de Exteriores paseaba orgullosa sus convicciones pro-saharauis por Madrid en el año 2003 como puede observarse en la imagen, en compañía de Cándido Méndez, secretario general de UGT.

Mucho han cambiado los tiempos desde entonces para pasar de enarbolar la enseña del Sáhara occidental libre, ponerse la pegatina y presidir marchas reivindicativas tras la pancarta de apoyo a la causa saharaui, a verse enfrascada defendiendo a Marruecos ante los otrora amigos de nuestra flamante ministra.

Han pasado 7 años y hay una razón fundamental que explica este extremo: En 2003 el PSOE estaba en la oposición. Unos socialistas que hacían de la guerra de Irak su caballo de batalla, mostrando su rebeldía al paso de la bandera de los EE.UU. con el entonces líder de la oposición, Zapatero, sentado en señal de protesta.
Una época en que Trini lucía aquella chupa de cuero por la que se hizo famosa; quizá el único recuerdo amable de aquella etapa que la precipitó al abismo tras su encuentro con Gallardón en las urnas por la presidencia del ayuntamiento de Madrid. Aquella era la Trini joven, enrollada, comprometida, atenta, sensible, implicada y concienciada.

Hoy no queda ni la cremallera de aquella prenda que lucía orgullosa en su campaña electoral. Hoy los estilismos son otros y los compromisos, las palabras de aliento y esas manos tendidas a las causas nobles, se han tornado en encogimiento de hombros, un ceño fruncido y una mirada perdida que delata la renuncia a unos principios, la indiferencia hacia la causa saharaui y la traición a quienes fueron ciudadanos españoles hace 35 años y quedaron abandonados a su suerte en el desierto.

Esa es hoy la ministra que ha recuperado su nombre, pero que perdió con él su dignidad: Trinidad Jiménez.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Carta abierta a Marcelino Iglesias

Buenos días Sr. Iglesias.


Sé que jamás tendrá usted acceso a esta carta, pero creo que tenía el deber moral por mí y por el resto de españoles que dedicarle unos minutos de mi tiempo, aunque usted no vaya a hacer lo mismo.
Hay ocasiones en los que echarle un vistazo a la prensa puede llegar a producirte úlceras del tamaño del agujero de la capa de ozono. Últimamente la situación general de nuestro país genera miles de dolores de cabeza, úlceras e insomnio a millones de españoles que pasan todos los días de la semana al sol. Aunque pese a todo lo visto y oído no alcanzo a discernir sobre si su sensibilidad alcanzará a ocuparse del tema.

Los españoles hemos demostrado ser excesivamente condescendientes. Podemos soportar que alguien mediocre intente gestionar con mayor o menor acierto un gobierno, aguantamos estoicamente que la peor de las crisis caiga sobre nuestras cabezas, mientras nuestro presidente y su sainete ministerial miraban hacia otro lado y perdonamos un engaño, una media verdad o una falsedad como un templo, asumiéndolo y aceptándolo como algo normal y lógico, puesto que se ha convertido en algo cotidiano desde que Zapatero manda, que no gobierna.

Pero llega un día, Sr. Iglesias, en que algo cambia, varía, muta, evoluciona y se torna diferente al resto de días. Ese momento arriba cuando alguien que cree estar en posesión de la verdad absoluta hace afirmaciones que atentan contra el intelecto del común de los mortales y susurra subliminalmente a todos sus potenciales oyentes al oído: "Eres gilipollas".

Hoy, usted, Sr. Iglesias, excelentísimo presidente de Aragón y secretario de Organización del PSOE, ha despertado la indignación en mi persona, porque al leer sus declaraciones me he sentido insultado en mi inteligencia, vilipendiado en mis convicciones y ofendido como ciudadano español.

Hoy usted ha dicho, refiriéndose a las declaraciones que hizo el ex presidente del Gobierno Felipe González sobre la guerra sucia contra ETA en los años ochenta, que: "se ve como si hubiera pasado ayer y pasó hace más de 20 años".
Sr, Iglesias, su partido ha elaborado una Ley de memoria histórica que refiere a una época de mediados del siglo XX, en un afán de reabrir viejos debates y cuestiones que fueron cerradas en el proceso de transición democrática desde 1976-1978. Cuestiones que en ocasiones causan sonrojo por la poca información que hay al respecto, y que se aventuran a investigar como el caso de la fosa de Lorca, donde ni tan siquiera han aparecido sus restos.

Sr. Iglesias, el Gobierno apoyado por el partido al que usted da voz cada día, financia proyectos e investigaciones que en lugar de caminar por la vía del consenso, originan enfrentamientos y disputas estériles que no existían, como la problemática del Valle de los Caídos poniendo en duda su valor patrimonial e histórico.

Sr. Iglesias, su partido ha elaborado propuestas y proyectos de ley que se encuentran en estudio para rehabilitar e indemnizar a los descendientes de los moriscos, que fueron expulsados de los reinos penínsulares tras el decreto de Felipe III en 1609.

Sr. Iglesias, su partido promueve un laicismo mal entendido porque separa la historia de la religión y reniega a propósito del valor patrimonial de la cruz, olvidando que va más allá del mero simbolismo de la religión católica, por tradición e historia.

Hoy usted se refiere al GAL. No es importante, hay que pasar página, es necesario echar tierra sobre él porque no afecta a nuestra vida diaria, ni tiene repercusiones en el día a día de los españoles...

Hoy ha hecho usted catedrática de comunicación a Leire Pajín, Sr. Iglesias, porque al menos ella puede justificar en su corta edad mental y cronológica el desconocimiento del asunto, pero usted ya era algo más talludito cuando los asesinos del GAL utilizaban el terrorismo de estado en los años más oscuros de nuestra reciente democracia. Lo suficiente para ser alcalde de su pueblo natal y presidente de la diputación oscense, que no es moco de pavo, ni de faisán.

Escandalizarse o excitarse ante crímenes de estado no es propio de derechas, izquierdas o ecopacifistas; no, Sr. Iglesias. Es una cuestión que censura, reprueba y condena cualquier persona de bien.

Precisamente esa misma historia a la que su partido, Sr Iglesias, recurre tanto para utilizarla en beneficio propio, es la que hoy le ha tendido una trampa y usted ha caído con todas las consecuencias. Pero no porque la historia sea traviesa, sinó porque sus propias palabras han demostrado a la ciudadanía, que el PSOE se beneficia de la historia a su antojo, centrándose en esa perspectiva que usted refiere, pero a través del caleidoscopio multifuncional y demagogo de Ferraz.

Pero la historia queda ahí siempre, Sr. Iglesias. Y el relato democrático de nuestra España constitucional quedará manchado para siempre por su partido. El mismo que desde sus responsabilidades de Gobierno bajo el mandato de Felipe González gestó, inició, amparó, lideró, organizó, acometió y silenció el terrorismo de estado como forma de hacer política válida. Saltándose así los mecanismos que confiere el estado de derecho y rebajando a la nación española a los fangos de las sangüijelas de ETA.

Es comprensible, Sr. Iglesias, que semejante bagaje y palmarés quiera permanecer oculto a la vista en las vitrinas de Ferraz. Pero usted se ha equivocado si me permite decírselo. Ha errado en el pensamiento de tan siquiera considerar la más mínima posibilidad de tomarnos por tontos al resto de españoles. Sus palabras constituyen un atentado contra la inteligencia de tod@s.

Hoy, Sr. Iglesias, ha demostrado cual es su talla moral y política, y ha convertido las esperanzas que su partido había depositado en usted en meras utopías inviables.

Si todavía le resta un vestigio de dignidad y vergüenza, debería poner a disposición del partido su cargo y responsabilidades como secretario de Organización. Los españoles nos lo merecemos, y su conciencia se lo agradecerá. Tiene usted una deuda con ambos.

domingo, 3 de octubre de 2010

Un referente y visionario en el "albero"...

Al poco de iniciarse el presente año en que nos hallamos, el siempre atento rotativo quincenal de carácter local "La Rambla", recogía en sus páginas una entrevista de moderada extensión al responsable de las áreas de Cultura y Juventud del Ayuntamiento de Sant Joan d´Alacant, D. Jaime Albero Gabriel. En ella, el concejal más joven del equipo de gobierno socialista explicaba pormenorizadamente su gestión al frente de la concejalía, desgranando sus muchos logros al atento público y afirmando, -con el mismo énfasis que el panfleto Ciudadanía del PSOE local-, haber superado ya el 70% de sus compromisos electorales y/o culturales para esta legislatura.
Sin embargo aquello que nuestro edil, que algo entiende de propaganda y publicidad, quería que permaneciera como una impronta imborrable en nuestras retinas era el titular: "Queremos que Sant Joan sea un referente cultural en la comarca". Y al menos en mi caso lo consiguió, no sé si en el sentido que él intentó que fuera, pero repercusión tuvo, y en semanas como ésta mucho más...

Seguro que sin ser grandes entendidos en el mundo de la política, y yo el primero, estoy convencido que todos podemos discernir a propósito de lo que debería ser la labor de esas personas que dedican sus horas a un cargo de diputado, senador o concejal. Quizá el desempeño de esta actividad sea menos frenética y extenuante en los pueblos y ciudades, y al mismo tiempo la que más satisfacciones da a aquel que gestiona con honradez y dedicación, porque la cercanía y el calor de las personas siempre es un aliciente que en otros ámbitos dificilmente se puede llegar a disfrutar.
Uno de los principales atractivos de cada municipio es todo aquello que dicha entidad puede ofrecer a sus vecinos para su uso, disfrute propio, pero también para su difusión a otros lugares con las favorables repercusiones que ello puede llegar a tener. Un valioso patrimonio y una cultura diversa y rica es el principal tesoro de cada comunidad; una joya que debe cuidarse, fomentarse, difundirse, promoverse, y en definitiva mantenerse como algo incandescente, activo, fuerte y vivo.

Partiendo pues de la somera explicación referida de aquello que un servidor entiende por "cultura", comprenderéis perfectamente el grado de indignación que he experimentado en esta semana que hoy da a su fin.

Hace exactamente siete días a estas mismas horas me encontraba en los jardines de la Finca Villa Marco, sita en el término municipal de El Campello en su límite con nuestro pueblo.
La visita se enmarcó dentro de una jornada de Passeig per l´horta organizada por la Asociación Lloixa que periódicamente realiza y, que permite a unas generaciones reencontrarse con su historia y a otras -las más jóvenes-, nos ofrece la posibilidad de descubrir el Sant Joan de nuestros abuelos.
Éramos muchos, mayores y niños, había mistela y rollitos; pero llega la hora de salida y veo alguna cara larga, extrañada, mezcla de asombro e indignación a un tiempo... ¿Que pasa, que ocurre? No viene nadie del equipo de gobierno. "El concejal de cultura está missing", fue la frase más repetida.
En el transcurso del paseo, atravesamos diversos puntos del Sant Joan más tradicional y atendemos a las explicaciones de Paco, Alfredo e Isidro, verdaderas almas mater de la asociación. Admiramos varias fincas, todas en estado lamentable, ruinoso, decrépito que da una idea del interés del Ayuntamiento por su salvaguarda. Hecho que contrasta con la extraordinaria labor desarrollada por el consistorio campellero en Villa Marco; y a todos nos asalta una duda, ¿por qué en El Campello sí es posible invertir en cultura y patrimonio y en nuestro pueblo ocurre lo contrario? Lamentablemente no teníamos al concejal de cultura para preguntarle, no le debía interesar el tema...

Ayer la historia se volvió a repetir. La cita era esta vez en la Casa de cultura a las 20:30 h. de la tarde. Estrenamos el mes de octubre con el "Conciertazo" que cada año marca el inicio de curso académico de la Orquesta de Pulso y púa. Un evento del que tuve conocimiento dos días antes de forma casual gracias a ese gran invento que constituyen las redes sociales, dada la escasa difusión y publicidad que por parte del Ayuntamiento se le había dispensado al acto.
Y pasó lo que se temía previsible; que el salón de actos se quedó vacío. Lamentable, pésimo y patético fue además comprobar como el propio concejal de cultura volvía a ausentarse. Una vez más dando la espalda a una asociación sin ánimo de lucro que presentaba sus credenciales para el presente curso y, que merced a la nefasta gestión publicitaria del Sr. Albero tuvo que tragar el lamentable espectáculo de comprobar como en el escenario había casi el mismo número de músicos que público disfrutando del concierto.
Al comprobar como nuevamente la asociación tuvo que realizar los arreglos de sonido e iluminación, nos asaltaba la duda de por qué circunstancia habiendo tres conserjes en la casa de cultura ninguno podía desempeñar esas tareas... Lamentablemente tampoco teníamos al Sr. Albero para preguntarle.

Lástima, pena, indignación o desencanto son sentimientos que en los eventos antes descritos se entremezclaban en boca de los asistentes.
Afortunadamente siempre podremos disfrutar a finales de año de una "memoria de cantidad" de actos desarrollados por la inefable gestión de nuestro titular de cultura. Reflejo de su desvelo constante por las artes de nuestro pueblo, su apoyo inquebrantable y voluntad decidida de presencia moral (que no física) a todos y cada uno de los actos realizados.

Cuanta razón tenía aquel titular con el que iniciábamos este artículo porque realmente ha conseguido que seamos un referente. Referencia en el pasotismo y la indiferencia de un concejal hacia la agenda cultural que él mismo aprueba, referente en el choteo de una persona que percibe un sueldo por el desempeño de unas actividades que incluyen la asistencia y apoyo público a asociaciones, y referencia en suma, hacia unas prácticas y comportamientos que, un titular de una materia tan fundamental como la cultura no puede permitirse el lujo de mantener porque insulta la inteligencia de todos los santjoaners. Albero, referente y visionario como pocos...

jueves, 30 de septiembre de 2010

La pantomima general

Ayer volvió a ocurrir; y ya van siete. El 29 de septiembre del año 2010 quedará en la memoria de nuestra democracia como la del día de la séptima huelga general que se convoca en nuestro país. De momento, Felipe González atesora el honroso o vergonzoso récord -según se mire-, de convocatorias de paros generales durante su mandato de 14 años en el gobierno de la nación. El resto se reparten entre los demás inquilinos que ocuparon la Moncloa, con la célebre huelga de una hora a Adolfo Suárez en 1978, el paro protagonizado en 2002 para que literalmente "Aznar no se fuera de rositas" y la celebrada en el día de ayer a José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero realmente, ¿sabemos que significa el concepto de una huelga general?
Deberíamos pues retrotraernos al siglo XIX, en el contexto de la creciente industrialización que se instaló en Europa en forma de chimeneas y grandes complejos fabriles destinados a cimentar las bases del sistema capitalista. En aquel momento de efervescencia política y económica nació también un fenómeno conocido como movimiento obrero, de dimensiones reducidas pero con aspiraciones internacionales, que aglutinaría las reivindicaciones de todo un colectivo que pasaba sus horas bajo el extenuante hollín. Y que dada su nula participación en cuestiones de ámbito político, empleó el mecanismo de la huelga general para demandar derechos políticos como el sufragio universal, o sociales como un reglamento que regulara su legislación y posibilitara el reconocimiento legal de las organizaciones obreras.

Pero lo que empezó como algo que reclamaba derechos y garantías para los obreros, pronto dio un salto cualitativo y cuantitativo hacia posiciones más exaltadas, habida cuenta de la potencia y repercusión que podían llegar a tener las masas descontentas. Y esa defensa lícita y legítima derivó por los cauces de la izquierda radical abusando del recurso a los paros, en el convencimiento que ello iniciaría la revolución social, al paralizar la actividad del Estado e implementar el control obrero de la producción y la administración estatal.

La desvirtuación de dicho concepto por la izquierda rebautizado como sindicalismo, tuvo su punto álgido definitivo tras el triunfo de la revolución soviética en Rusia; donde la utilización de una simbología y parafernalia identificada con la masa obrera encumbró, implementó y consolidó a una casta dirigente erigida en verdadero politburó de la demagogia propagandística. El control ejercido desde arriba por un partido político único, con unos engranajes perfectamente engrasados para ejercer un poder omnímodo sobre todos los aspectos que regían la vida de sus ciudadanos, condenó al ostracismo sumiso y dócil a la lícita demanda obrera.

Las siete décadas de obediencia ciega a los dictados del Kremlin abocaron al sindicalismo a un debate interno entre el continuismo y el revisionismo que le precipitó hacia un abismo del que dificilmente podría recuperarse. Y no le sería fácil porque había quedado demostrada la gran falacia de sus postulados políticos y sociales, ejemplificada en la mordaza del comunismo, que había supuesto para su peor enemigo, el capital, la constatación práctica de la posibilidad de asimilar una relación serena y tranquila entre el patrono y el obrero en el mismo marco legal, sin necesidad de experimentos como el de la URSS y sus democracias populares.

La puntilla para esos sindicatos que se erigen en defensores del trabajador es el hecho que disfruten de unos privilegios por el mero hecho de realizar su encomiable labor. Contrapartida que por otra parte no resulta beneficiosa para la actividad del común de los mortales y que únicamente lucra en forma de subvención, dádiva o gratificación a los sufridos sindicalistas.

Afortunadamente ayer se demostró que los ciudadanos han sabido estar a la altura de las circunstancias y han dado la espalda al galimatías sindical. Una huelga jamás debe imponerse y muchos menos utilizarse como arma arrojadiza contra nadie. Este país tiene una situación desesperada y alarmante; tenemos cinco millones de parados y una economía potencialmente frágil. No necesitamos a paniaguados haciendo paripés en las calles, rompiendo escaparates, saqueando tiendas o quemando contenedores como ha ocurrido en Barcelona. El escaso seguimiento ciudadano demuestra por fin que esa realidad interesada de los sindicatos, no es compartida por la inmensa mayoría de los españoles, que no necesitan la exaltación teatral de unas siglas subvencionadas por el gobierno, sinó que precisan de soluciones para el día a día, sobre como sacar adelante a sus familias, encontrar un trabajo, poder comprarse un piso, o simplemente disfrutar de la vida sin preocuparse de temas tan básicos. España no necesita huelgas generales, necesitamos unas elecciones generales.

domingo, 23 de mayo de 2010

La verdad está en camino y nadie la detendrá.

Hoy, más de una centuria después del célebre y a la vez traumático "caso Dreyffus", como ejemplo de proceso judicial viciado de raíz, donde el oscurantismo y la nula transparencia pusieron en serios aprietos al ministerio público de la Justicia en la vecina República francesa -que demostró no ya su ceguera, sinó su indiferencia total-; volvemos a reencontrarnos con la historia, rememorando aquel episodio que conmocionó a la sociedad gala de finales del siglo XIX, corregido y ampliado cuantitativa y cualitativamente en otro proceso que nos es más cercano, convertido de un tiempo a esta parte en cotidiano para todos los españoles: el "caso Camps".

Y ahora como entonces ante una sociedad anestesiada, complaciente, desmotivada y en suma, indiferente, existe una voz que se alza para denunciar lo que todos vemos; aquello que percibimos, notamos o sentimos, pero que por miedo, hastío, cansancio, holgazanería o pereza nadie se había atrevido a modelar en forma de discurso, charla, alegato, carta, o simple mensaje.

En 1898 fue la voz de un escritor, Émile Zola, quién a pesar de las consecuencias que le depararían sus afirmaciones, remitió vía prensa una carta al presidente de la República francesa para denunciar el proceso sumarísimo dispensado al militar Dreyffus.
Hoy, en esta sociedad tan tristemente huérfana de literatos y escritores de renombre, es otra voz la que de forma meridiana, firme, concisa y concreta da carta de naturaleza a una denuncia. Una voz, que es la de todo el Partido Popular de la Comunidad Valenciana que refleja de forma unánime un sentimiento unitario de respaldo y apoyo explícito y público al presidente de todos los valencianos, Paco Camps, víctima de la mayor campaña de hostigamiento y acoso a la figura de un dirigente regional de toda la democracia. Un sentimiento verbalizado a través de nombres propios como Sonia Castedo, Alberto Fabra, Alfonso Rus o Rita Barberá y tantas decenas de alcaldes y concejales populares en los diferentes pueblos de nuestra comunidad, que al ser depositarios de la confianza de los ciudadanos convierten esta voz en un auténtico clamor popular.

Hoy más que nunca debemos despojarnos de nuestros temores, desechar todo aquello que nos turba o espanta, porque nuestros valores son sinceros, nuestro ánimo inquebrantable y la convicción que tenemos el mejor presidente regional que jamás ha conocido la Comunidad Valenciana, constituyen la fortaleza y el espíritu necesarios para aplacar la mentira, templar la crispación, desbravecer la insidia y doblegar el dedo acusador.

Con esas premisas y convicciones, hoy más que nunca estamos en disposición como ya hiciera Zola en 1898 de formular el "Yo acuso":

- Yo acuso al Gobierno de España, de urdir, configurar, instruir y ejecutar la causa contra Paco Camps, presidente de la Generalitat Valenciana.

- Yo acuso a la vicepresidenta primera del Gobierno, Mª Teresa Fernández de la Vega de dirigir la caza de brujas hacia el PPCV.

- Yo acuso al Fiscal General del Estado, Cándido Conde Pumpido, de ser el brazo ejecutor de las consignas que emanan directamente de La Moncloa.

- Yo acuso al PSPV-PSOE y a su secretario general, Jorge Alarte, de hacer seguidismo de la doctrina de judicializar la vida política valenciana en aras de alcanzar aquello que las urnas le vienen negando a su partido desde hace más de 15 años.

- Yo acuso a Ángel Luna, síndico del PSPV-PSOE en las Cortes Valencianas, de exhibir en público material bajo secreto de sumario, dejando al descubierto la conexión directa existente entre la clase política socialista y el ministerio público de la justicia en la causa contra Francisco Camps.

- Yo acuso a PRISA de mentir a través de las páginas de su rotativo El País acusando a Francisco Camps de ocultar facturas al juez.

- Yo acuso al PSOE, promotor de la ley de memoria histórica que recoge en su articulado el desagravio hacia los Juicios Sumarísimos del Franquismo, por dictar sentencia política y mediática de culpabilidad sin lugar a defensa contra el PPCV.


Hoy, como entonces hizo Zola, nosotros los ciudadanos de la Comunidad Valenciana acusamos sin tapujos y como un sólo hombre a aquellos que han orquestado esta cortina de humo.

Hoy, como en aquel momento hizo el autor de Balzac, no nos arrepentimos de apoyar a nuestro Presidente, porque tenemos la certeza que es inocente.

Hoy, como en aquel aciago año 1898, caminamos con paso firme y decidido junto a Paco Camps, porque sabemos que la verdad está en camino, y nadie la detendrá.

sábado, 13 de marzo de 2010

El estigma de la Zeja

Etimológicamente la palabra arte deriva del griego τέχνη (téchne); y es por tanto el artista quién produce o realiza obras de arte.
Reconoceremos pues por virtuoso al individuo que ha desarrollado tanto su creatividad como la capacidad de comunicar lo sentido, mediante el buen uso de la técnica.
Sin embargo, cuando un artista atraviesa la línea de lo estrictamente artístico, poético, bello y estético para adentrarse en lodazales propios de la prosa televisiva más chabacana y ruín, pierde gran parte del encanto y la estela estrellada que envuelve ese don innato para las artes que alguna de las musas un día le dotó.
Muchos dirán que es opinión, mientras otros esgrimirán la libertad de pensamiento, pero lo cierto es que antes de pronunciar unas palabras, una simple oración, es preciso articular un discurso con sentido y coherencia, porque si uno deja volar las palabras al viento, corre el riesgo que alguien anónimo y/o desconocido algún día las encuentre y pueda ponerle grilletes a su incontinencia verbal.

El arte no entiende de siglas y no comulga con la política; ésto no lo digo yo, ya lo propugnaban los románticos del XIX cuando ensalzaban en sus obras la libertad e independencia del artista.
Sin embargo, el sometimiento y la sumisión propia de los bufones de corte es otra forma de entender el arte; una definición deformada, desnaturalizada o distorsionada del mismo, pero perfectamente respetable para quién decida asumirla para sí.
Lamentablemente esa acepción es la que determinados personajes han elegido para presentarse ante el gran público y de ello dan buena muestra cuando tienen la menor oportunidad.
Precisamente esta semana ha sido uno de esos grandes artistas de corte, quién ha protagonizado los mejores titulares en la presentación de su nuevo trabajo discográfico, al arremeter contra la Comunidad Valenciana al compararla en cuestión de libertades, censuras y represión con el presidio tropical de Cuba.

Y efectivamente podríamos decir aquello de "Don Diablo se ha escapado tú no sabes la que ha armado...", porque el revuelo mediático ha sido increíble. Todo naturalmente en base al guión establecido y siempre según lo esperado; pues la mediocridad histriónica precisa de grandes bombazos periodísticos para sobrevivir y capear los temporales.

La propias declaraciones no resultarían más allá de un mero comentario vácuo y un sin sentido más, si no vinieran de quién vienen, y precisamente en el momento en que fueron perpetradas. Dado que escasamente una semana antes fallecía en una de esas cárceles cubanas tan similares a las valencianas -y por ende a las españolas-, Orlando Zapata, tras 86 días en huelga de hambre. Ya lo dijo el correligionario de Bosé, Willy Toledo: "Un delincuente común más", vago y maleante de los tantos que se encontraban en las cárceles españolas en la época del tio Paco -que entonces eran presos políticos-, frente a los auténticos belcebús cubanos, elementos subversivos de primer orden y capitalistas antirrevolucionarios... La credibilidad de unas palabras necias brilla por su ausencia, sin más.

Una ausencia convertida en amnesia por el propio Bosé cuando se trata de recordar su triste comienzo en esto de la música. Y como el arlequín medieval de sainete palaciego hacía las veces de jovial manteneder de la moral del rey y sus vasallos, a un módico y metálico precio, así también ahora esta comitiva de saineteros del poder ejercen su árdua labor de ayudantes de cámara, siempre atentos a las suculentas prebendas que de él puedan obtener.

Nadie recuerda ya pese a las hemerotecas, el año 1981; donde un jovencísimo Bosé participaba activamente en el Festival Viña del Mar de Chile, diseñado con el único fin de justificar y lavar la imagen del Régimen de Pinochet de cara a su consolidación y reconocimiento internacional. No le importó entonces a nuestro Papito que la llegada de don Augusto fuera sangrienta, ni que la represión ni la censura se llevaran por delante las ilusiones de democracia y aperturismo de aquel pequeño gran país. La única preocupación del muy ilustre a pesar de ser un izquierdista vocacional, fueron los ceros a la derecha.

Pero el episodio que sin lugar a dudas hizo saltar a la fama político-mediática a Miguel es relativamente reciente. En los meses previos de las elecciones generales de 2008, el propio Bosé junto a sus parteners Sabina y Serrat, se convirtieron en verdaderos generales de escuadra aglutinando bajo su batuta a los artistas de más diversa índole para "defender la alegría." Su gozo presente y futuro, como ahora veremos.

Si analizamos la gira de conciertos de Papito Tour 2007-2009 habiendo practicamente el mismo número que en sucesivas ediciones, resulta sintomático comprobar uno por uno el color político de los Ayuntamientos. Así mientras en 2007 de 33 galas la proporción entre ayuntamientos de signo popular y socialista estaban al 50%, en 2008 ese porcentaje se eleva hasta el 70% en el caso de consistorios gobernados por el PSOE; no precisamente por la ausencia de contratos de ayuntamientos populares, sinó por el inexplicable interés de los equipos de gobierno socialistas por contratar a Miguel Bosé. Así en los 40 conciertos de 2008, 28 eran ayuntamientos socialistas frente a 12 populares.

Es muy curioso que esa tendencia se invirtiera tras la victoria de Zapatero en las urnas, gracias en parte al inestimable apoyo de sus artistas de la ceja. Un agradecimiento que vendría acompañado de algo más que meras palmaditas en la espalda, en forma de maravedíes y de caché que se elevó desde los 36.000 apenas un año antes a los 81.000 euros. Apoyo que naturalmente se vio ejemplificado en la eclosión de contratos millonarios a lo largo y ancho de la geografía municipal socialista. Unos conciertos y unas galas por los que dichos ayuntamientos tuvieron unas pérdidas de 51.000 euros sólo con Bosé que los ciudadanos pagaron de su bolsillo; concretamente aquí en Sant Joan los "conciertos de referencia comarcal" de 2008 costaron a las arcas municipales 100.000 euros. No lo digo yo, lo afirmó nuestro alcalde en prensa semanas después de que tuvieran lugar.

En este contexto se entienden perfectamente unas declaraciones siempre contrarias al Partido Popular del adonis más idolatrado por la izquierda; y es que su relación con Zapatero y el partido socialista se resume en algo más que un beso chiquitín con un swing... Este pobre diablo depende de una incontinencia verbal a la que sabe sacar rendimiento tanto o más que su militancia no declarada, aunque delatada por el estigma imborrable de la Zeja.

jueves, 11 de marzo de 2010

La memoria de los ausentes

Han trascurrido 2192 días desde aquella fatídica mañana del 11 de marzo de 2004 en la que se detuvo el tiempo de las madrileñas estaciones ferroviarias de Atocha, Santa Eugenia y El Pozo; 288 semanas de la mayor masacre terrorista en tierras europeas.
Hoy se cumple el sexto aniversario de los atentados del 11-M y pese al transcurrir del tiempo, todavía siguen vivas aquellas horas, minutos e instantes que se grabaron a fuego en nuestras retinas dejando su impronta en nuestra conciencia y una herida en el alma dificil de cicatrizar.

Una vez más el terrorismo golpeaba a un país demasiado acostumbrado a sufrir los envites de la barbarie, pero que no se resigna ante la sinrazón asesina que tiñe sus reivindicaciones de sangre, dolor y luto. Ninguna bomba o revólver, amenaza o extorsión, chantaje o coacción nos harán retroceder ante ellos, vengan de donde vengan. Porque nosotros somos más, porque nuestras armas son más fuertes, porque la libertad es nuestro mejor aval, porque la justicia es el principio y fundamento de nuestra fuerza y porque nosotros respetamos la memoria de aquellos que murieron por defender lo que nos une.

Son muchos los que quedaron atrás, a quienes se les cercenó la vida sin que todavía hoy exista una razón más allá de los designios de Dios.

Hoy nos toca a nosotros mantener viva la llama de su recuerdo, dar voz a sus sentimientos y tomar su testigo convirtiéndonos en testimonio de su ejemplo, para así honrar su memoria, la memoria de los ausentes.

viernes, 26 de febrero de 2010

Un semestre de amnesia

Todavía resuenan en mis oídos las palabras que pronunciara hace dos semanas el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el debate sobre la crisis en el Congreso de los Diputados. "España está hoy mejor que hace seis meses".

Definitivamente ZP debe ser de esas personas que se miran al espejo y se idolatran a sí mismos; narcisismo en estado puro y hasta la extenuación. De lo contrario, empezaría a pensar que nuestro mandatario gubernamental padece un síndrome agudo de trastorno de la personalidad que roza la bipolaridad. Porque el hecho de utilizar la tribuna de oradores de la madrileña Carrera de San Jerónimo para soltar semejante memez, estupidez, tontería o como se diría vulgarmente, gilipollez, constituye además de una soberana falacia, un atentado en toda regla a la inteligencia de los españoles; incluso para aquellos que depositaron en la urna la papeleta socialista en el año 2008.
Zapatero demuestra con sus palabras su manifiesta incapacidad e ineficiencia galopante -porque va a más-, en la gestión de una crisis que primero negó, después ocultó tras el eufemismo de "desaceleración", para finalmente verse obligado a reconocerla, jubilando al ministro de economía que en teoría era el encargado de reflotar a la nación; paradójicamente el mismo que dejó al país en 1996 con una tasa de desempleo del 22%, aunque en aquella ocasión quién le jubiló fue el acertado criterio de los españoles. Ahora no tuvimos tanta suerte y el recambio del cambio fue peor que la moneda de vellón. Pero sin lugar a dudas, aquello que inquieta y hace estremecerse al conjunto de la sociedad española es la escasa sensibilidad que demuestran las palabras del presidente para con los ciudadanos, que en suma constituyen las verdaderas víctimas de su gestión.

Y es que en un país donde la tasa de paro se acerca al 20%, con millón y medio de familias con todos sus miembros desempleados y cerca de dos millones de personas que tienen complicada la inserción laboral, existen pocos motivos para el optimismo. Los jóvenes que fueron buque insignia de la estrategia electoral de los socialistas, a quién Zapatero prometió que no defraudaría durante su mandato, atesoran el triste récord de desempleo de toda la Unión Europea dejando atrás incluso a países ex-soviéticos como Polonia o Hungría que tenían una elevada tasa de parados juvenil. Casi el 45% del total de las personas que engrosan las colas del INEM está formada por una horquilla de edad que va desde los 20 hasta los 35 años. Una verdadera tragedia nacional.

Hoy sin embargo, me he detenido en una noticia que no por ser ya tristemente cotidiana minimiza el impacto que me produce al leerla. Y es que la situación está adquiriendo un grado de drama al que poco a poco parece que la sociedad se acostumbra y va haciéndose inmune al goteo constante de cifras, datos y estimaciones, pero dejan a entrever la crisis en toda su crudeza.
Hace casi un año comenté en otro artículo la dificil situación por la que atravesaba Cáritas Diocesana de Valencia al hallarse totalmente desbordada en el reparto de alimentos y el apoyo a familias sin recursos. Hoy la Casa de la Caridad de la capital del Turia confirma los peores pronósticos y nos deja atónitos con unas cifras que igualan a las que se vivieron en la España de la posguerra. El propio presidente de la institución calificaba la situación como de "emergencia nacional" y avisaba que a lo largo de 2010 y 2011 la cosa irá a peor.
En cuanto a las cifras la mayoría de las personas atendidas el año pasado fueron inmigrantes en situación regular (23%) y casi todos jóvenes; y familias con hijos (8.000 atenciones). Mientras, la cifra de españoles se incrementó un 95,6% hasta alcanzar los 35.221 personas.
Según datos de la Consellería de Solidaridad y Ciudadanía de la Comunidad Valenciana, el 20% de la población se encuentra en situación de precariedad social (13,9%), pobreza moderada (3,6%) o pobreza severa (2,5%).

Y frente a ello, ZP vive de espaldas a la realidad, con su privilegiada sesera oculta bajo tierra ajeno al transcurrir del tiempo y la agudización de un problema que lejos de presentar signos de recuperación, azota con una virulencia cada vez más dramática el presente y el futuro de millones de personas.
Hoy no estamos peor que hace seis meses; afortunadamente falta un semestre menos para que Rodríguez Zapatero deje de ser presidente del gobierno.

lunes, 18 de enero de 2010

La catástrofe de los olvidados

"El solar en que se ha convertido Puerto Príncipe amanece repleto de gente sedienta, de cadáveres humeantes, de niños rotos que lloran y haitianos desesperanzados que roban..."

Este podría ser el relato de cualquier medio informativo que, salvando la distancia del idioma, llenará esta semana titulares, columnas y editoriales de medio mundo.

Haití permanece sumido desde el pasado día 12 en el caos más absoluto; la tierra se abrió para tragarse lo poco que tenía la población y dejó tras de sí una necrópolis desolada.
Las imágenes hablan por sí mismas con un mensaje nítido y descorazonador; naturalmente alimentado por las televisiones que, en su ahora redescubierto cometido divino de informar, ocultan el morbo y el interés por la audiencia. La muerte parece ser su gran aliada por su demostrada e infalible rentabilidad en share.

El mundo vuelve sus ojos hacia el país caribeño; solidaridad en estado puro, compañerismo, ejemplo, ayuda, respaldo, implicación... desde el 12 de enero.


Seguramente existan personas no muy lejos de donde vivimos que ni siquiera hayan escuchado hablar jamás de este pequeño estado americano; posiblemente algún avezado lector que sigue periódicamente este blog, tampoco sepa nada o tenga alguna reseña vaga del país que ocupa portadas y abre informativos desde la pasada semana. Es algo normal y objetivamente comprensible, pues la historia ha querido ocultar caprichosamente este recóndito lugar borrando casi por completo su recuerdo. No es culpa nuestra o quizá si, porque el relato histórico no crece por generación espontánea, sinó que se va gestando en función del guión que establecemos a lo largo de los años.
La ínsula haitiana entró a formar parte de las crónicas historiográficas en 1492, cuando en la mañana del 5 de diciembre Colón tomaba tierra en la que sería rebautizada como La Española. Tras dos siglos de dominio colonial hispano en el contexto del mayor imperio que jamas conocieran Las Españas, Francia asumió la dirección de esa parte de la isla constituyéndose en St. Domingue.
El siglo XVIII trajo consigo un endurecimiento del sistema esclavista, avivando un negocio que siguiendo la ruta de la opresión, convirtió a África en un vergonzoso granero de servidumbre para las potencias coloniales europeas. De hecho, a finales de la centuria del setecientos un 90% de la población haitiana provenía del continente negro.
La difusión de las ideas ilustradas gracias a la emigración hacia América, posibilitó que el exitoso ensayo independentista de las 13 colonias americanas fuera puesto en práctica a lo largo y ancho del continente. Si la Unión de Estados Americanos fue el talón de Aquiles del Imperio británico, el levantamiento de la sometida población haitiana, sería igualmente un estilete para la convulsa Francia post-revolucionaria, que se vería desposeída del dominio de la isla en 1804 cuando Jean-Jacques Dessalines promulgaba la independencia de Haití.
A partir de entonces y tal como ocurrirá en la mayoría de estados del continente americano, la primacia de los Estados Unidos le convertirá en su mentor y tutor; y desgraciadamente, la codicia y la corrupción se cebarán con la población civil, que asistirá durante más de un siglo al deterioro político, social y cultural del paraíso que, merced a las maravillas halladas, hiciera creer a Colón que había conseguido arribar a Las Indias.

Hoy se da la paradoja que un estado que realizó un salto cualitativo desde la Prehistoria hasta la Edad Moderna en pocas décadas, vive actualmente una involución hacia la Edad Media más oscura. Haití es el país más pobre de todo el continente americano y atesora el triste récord de las rentas per cápita más deprimidas del hemisferio norte junto a Corea del Norte, Afganistán y Mongolia.
Como ocurriera en los protoestados medievales de la vieja Europa, Haití posee una economía de subsistencia donde la tierra es la fuente principal de riqueza o miseria, según se mire.
El umbral de la pobreza no existe en Haití, pues los datos pulverizan cualquier atisbo de desarrollo y prosperidad; el 70% de la población sobrevive en condiciones infrahumanas a base de arroz, sal y manteca vegetal. Dado que la supervivencia depende en gran medida de la tierra, la superficie física de este pequeño estado se encuentra devastada por los incendios y la deforestación que desde décadas han restado terreno a la naturaleza salvaje que quinientos años atrás cubría la isla, mientras hoy es sólo un vago recuerdo con lo que la erosión del suelo y una tremenda escasez de agua potable han borrado la huella de aquel pasado frondoso y floreciente.

La esperanza de vida no alcanza los cincuenta años en una pirámide poblacional que es típica del medievo; con una media de hijos por mujer que alcanza los cinco. Niños que tienen acceso en un ínfimo 30% a la vacunación, y donde la práctica totalidad sufre enfermedades crónicas y parasitarias.
El VIH es uno de los principales motivos de fallecimiento en la isla, junto a otras afecciones como el tifus, la meningitis, la diarrea, la escarlatina, la tuberculosis o el sarampión que fueron en su mayoría erradicadas en el mundo desarrollado hace décadas.

Hoy el mundo vuelve la vista hacia los más desfavorecidos, los pobres de solemnidad, aquellos que han perdido todo lo que tenían... pero posiblemente esos mismos gobiernos que se afanan por enviar ayuda humanitaria, contingentes militares y operativos de emergencias a bordo de aviones y buques, debería reflexionar sobre el significado de la palabra humanidad. Ese al que muchas veces apelamos para defender los derechos de los hombres, aquellos que constituyen la seña y bandera de indentidad de nuestra forma de vida, enraizados ya en la cultura y los principios de una sociedad que es capaz de reaccionar con celeridad digna de encomio ante una catástrofe de proporciones incalculables, pero que posee una extraordinaria capacidad para olvidar de la misma manera a los pueblos, condenándolos al ostracismo, desatendiendo su llamada de auxilio, abandonados a su suerte con la única respuesta del eco de sus mismos lamentos.

Hechos como éste deberían hacer plantearnos nuestra propia existencia, olvidando las individualidades que no conducen más que al rencor y la intransigencia, obviando que la historia es el balance de lo que somos y negarla no contribuirá más que a intentar limpiar nuestras conciencias que quedarán manchadas para siempre. Hoy es Haití, pero mañana puede ser cualquier otro lugar del orbe.
¿Cuantos Haitís existirán en nuestro planeta a los que damos carta de naturaleza por nuestra indiferencia, pasividad o desconocimiento?

Parafraseando a Gabo hoy más que nunca deberíamos plantearnos que la muerte no llega con la vejez, sinó con el olvido; y aquel país llora a sus fallecidos que ya se encargó de enterrar el terremoto, puesto que Haiti yace en algún profundo escondite de nuestra memoria.

lunes, 4 de enero de 2010

Zapatero ya tiene quién le escriba

No iba muy desencaminada la número 3 del partido socialista cuando en rueda de prensa comentaba en la ya lejana primavera de 2009, que la presidencia española de la UE iba a ser un "acontecimiento interplanetario". Y digo ésto porque visto el éxito editorial a nivel mundial que está teniendo esta puesta de largo, no me extrañaría nada que llegaran columnas de opinión desde más allá de las estrellas.

Los franceses que desayunaron la víspera de fin de año con Le Figaro pudieron leer: "Europa, en lugar de ser el escenario internacional de los éxitos de zapatero, constituye de ahora en adelante la débil esperanza a la que se agarra el ejecutivo para enmascarar los problemas estructurales del país."

En el centro neurálgico de Europa, la otrora locomotora del continente dirigida por Merkel -a la que Zapatero llamó fracasada-, el Die Welt publicaba que "Una España debilitada deberá liderar Europa, afirmando que España se encuentra ante la mayor crisis desde el fin de la dictadura de Franco, y llama a Zapatero Sosomán." Mientras el Sddeutsche Zeitung recoge "que ante el 78,4 de españoles que temen perder el empleo según datos del CIS, se pregunta si con éste estado de ánimo van a conferirle los españoles impulso al continente."

Los medios de la pérfida Albión recogen en The Independent y The Guardian que "España, con una tasa de desempleo del 20%, y una deuda astronómica, se encuentra entre los países más problemáticos de la eurozona."

El Financial Times, luz y guía durante décadas como la bitácora por excelencia de las finanzas a nivel mundial, dedica también una editorial al semestre español en la UE con un título suficientemente explícito: Una España torpe debe guiar a Europa.

Pero quizá la editorial que más hurga en la herida del zapaterismo es la que dedica el New York Times.

El rotativo de fábrica neoyorkina se sorprende de las largas colas de desempleados a las puertas del INEM, pero sobre todo llama la atención sobre la escandalosa cifra de parados jóvenes: "Se ha pasado del 17,5 por ciento de hace tres años a la actual tasa del 42,9 por ciento". Unas cifras que no resisten comparación con países que tradicionalmente han tenido una situación infinitamente peor que la española: "En Grecia, por ejemplo, la tasa de desempleo juvenil es del 25 por ciento, mientras que Irlanda es de 28.4 por ciento y el de Italia es de 26,9 por ciento".

España se sitúa muy por debajo de las democracias populares que dominaban el este del continente hasta la caída del telón de acero: "España está incluso peor que los países de Europa oriental, donde el desempleo juvenil ha sido tradicionalmente alto. En Eslovaquia, por ejemplo, el desempleo entre los jóvenes es del 27,9 por ciento. En Polonia, el desempleo juvenil es del 21,2 por ciento, frente a un 35 por ciento hace unos años".

A la luz de estos datos el New York Times concluye de forma tajante: "Su gobierno no es capaz de inyectar más estímulo y ofrecer más apoyo a la creación de empleo".

Así las cosas, medio mundo se sorprende del desaguisado en que se ha visto sumida España en apenas cinco años, y no atinan a entender como ha sucedido.

El planteamiento es sencillo, pero es preciso tirar de hemeroteca y encomendarnos a esa memoria histórica que es tan del gusto de nuestro socialismo patrio; porque la realidad demuestra que la situación de finales de 1995 y la de principios de 2010 no dista mucho en términos generales, con ese denominador común que fue y es el partido socialista en el gobierno de la nación. Una forma de gobernar que se caracteriza por dilapidar el erario público, incrementar las listas de desempleados de manera moderada, dado que las cifras reales nunca se conocen habida cuenta de la manipulación que impera en los organismos, que en su máxima expresión es capaz de favorecer la huída de terroristas a través de un chivatazo. Unos paralelismos que llevados al extremo se materializan en un dobérman que arrasa todo a su paso, derogando leyes de educación o trasvases, primando siempre el sectarismo y el sello de aquel que porta el carné de partido en la boca, ensanchando de esta forma la red clientelar y subsidiaria para la que Andalucía -región más extensa de Europa-siempre ha sido un laboratorio de ensayo excepcional. Un modo de facto puesto en práctica por aquellos elegidos, que lejos de ser los mejor preparados, dan buena muestra de su pobre formación en cada gesto, acción o mitin; convirtiendo todo acto en una verdadera algarada caduca, llena de odio y que rezuma a naftalina guerracivilista.

Esa es la España de Zapatero, la ruina de los valores del Estado de derecho, el valle de lágrimas de la piel de un toro sin corridas, y en definitiva una verdadera hecatombe para todos aquellos que creemos y sentimos la democracia como aquel principio de cohesión y esperanza en el futuro.