jueves, 7 de julio de 2011

La cuna del socialismo extremo.

Hoy es un día para la esperanza y el futuro, porque después de treinta años los extremeños conocerán lo que es la alternancia en el gobierno de su comunidad autónoma. Así José Antonio Monago será investido presidente de la Junta regional, merced a la oportunidad que le brindaron, primero los ciudadanos con su apoyo mayoritario el pasado 22 de mayo y, después la coalición de Izquierda Unida respetando la decisión que los extremeños tomaron en las urnas.
Hoy es un día histórico que dará paso a una gran responsabilidad para los populares, la de gobernar para todos y convertirse en los verdaderos artífices del cambio para Extremadura, porque como ahora veremos resulta cuestión de emergencia regional.


Todavía hoy resulta estremecedor acudir a las hemerotecas y contemplar el relato de algunos de los viajes de Alfonso XIII en el contexto de la España primoriverista; y uno especialmente, el de las Hurdes. Una visita que sin lugar a dudas marcaría al monarca, al comprobar in situ que los lugareños eran tan pobres que no tenían ni dinero para enterrar a sus muertos y se veían obligados a tirarlos al río.

Casi 90 años después de aquella histórica visita, echamos la vista atrás para comprobar el lento desarrollo del vasto territorio que hoy conocemos como Extremadura.

"La tierra de afuera", que etimológicamente significaría su denominación -que se explicaría por ser durante la reconquista la confluencia fronteriza de los tres reinos (León, Portugal y Castilla) frente al Islam-, ha sido durante el presente siglo la gran olvidada de entre todas las regiones españolas.
Y todo ello considerando además que el desarrollo de la nación española no ha sido ni mucho menos uniforme, resulta más insultante en el caso de Extremadura.

Políticamente Extremadura ha sido una isla monocolor desde la restauración de la democracia, con una hegemonía socialista sólo comparable al caso andaluz o castellanomanchego. Sin embargo su desarrollo ha sido ínfimo desde entonces, produciéndose el efecto contrario, esto es el de la involución, que se ha hecho más pronunciado en los últimos años debido a los efectos de la crisis que todos padecemos.

Los datos no arrojan lugar a dudas. Las cifras de paro alcanzan récords sin precedentes, superando incluso a la peor tasa que Rodríguez Ibarra halló en la región durante su primer mandato en 1982, llegando ya casi al 25% de la población activa.
El PIB por habitante es de 16.828 euros, muy por debajo de la media nacional, situada en 23.063 euros. El trabajador extremeño percibe 19.099 euros, la segunda cifra más baja del país, solo rebajada en Canarias.
Pero sin lugar a dudas, la gran lacra de esta región la constituye el nivel de pobreza. Extremadura supera en más de 22 puntos la media nacional de pobreza relativa, encaramándose hasta rozar el 41% y posee el triste honor de ser la autonomía que más tardaría en erradicarla, concretamente algo más de un siglo. La situación llega a ser de tal calibre que Extremadura será la única región española que mantendrá los fondos de convergencia de la UE después del año 2014 para su desarrollo.

Y toda esta situación lleva más de 30 años amparada, tutelada y dirigida por el mismo partido en el poder, el PSOE. Una gestión que pese a los datos enumerados no ha dudado en incrementar hasta níveles vergonzantes la nómina de funcionarios y cargos dependientes de la Junta extremeña; así 3 de cada 10 extremeños trabajan directa o indirectamente para organismos públicos. Esto es cerca de 95.000 personas.

Una sangría incesante para las arcas extremeñas; precisamente esa burocracia tan desproporcionada con la situación macroeconómica de esta comunidad es la que ha llevado, junto con el despilfarro, la ostentación y las prácticas clientelistas, a que Extremadura siga siendo la comunidad española a la cola del desarrollo.

Y todavía con estos datos, sigue siendo un misterio el que el PSOE no haya sido desalojado de forma más contundente, vista su demostrada ineficacia y más que sobrada incapacidad.

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