lunes, 1 de junio de 2009

De dudas, temores y otros complejos socialistas (primera parte)

El diccionario de la RAE define complejo como la "combinación de ideas, tendencias, emociones inconscientes y generalmente adquiridas durante la infancia, que influyen en la personalidad y conducta de un individuo".

Así como su propia denominación indica, ello puede ser debido a diferentes motivaciones, temores o miedos que atenazan la voluntad de un individuo y lo llevan a refugiarse en lo más profundo de su psique para evitar combatir sus propias fobias.

Esta y no otra es la explicación que puedo encontrar para referirme a una serie de comportamientos que jalonan la vida democrática del partido del puño y la rosa desde su llegada al poder en el ya lejano año 1982.

Uno de los aspectos que más llama poderosamente la atención a cualquier lector, oyente, televidente, tertuliano o mero espectador que se precie, es la imposibilidad de los dirigentes socialistas para variar el discurso en función del color que sus distinguidas señorías ocupen en el Parlamento. Sea la bancada azul o roja, las soflamas son las mismas, las letanías son similares y el criterio no varía.

Un partido político serio y con buen criterio debería saber que existe una forma de actuar para cada momento, bien seas gobierno, bien seas unas siglas más en el Congreso de los diputados.

El PSOE si observamos su trayectoria, nunca ha sabido desligarse de ese halo de oposición ni cuando se encuentra ocupando las tareas de gobierno.

Posiblemente sea algo innato al ideario socialista como ellos mismos afirman, con unas actitudes que se granjearon durante su "férrea lucha" a la dictadura franquista. Un argumento demasiado inconsistente y que únicamente resulta eficaz en sus círculos más reducidos, dado que todo el mundo sabe que la débil y casi inexistente oposición -por el escaso predicamento internacional- al régimen vino de la mano del proscrito PCE.

Hagamos un repaso a algunos de esos sonados momentos donde la propaganda, la instrumentalización del poder y el sectarismo confluyeron en armónica equidistancia para socorrer y guarecer a las siglas socialistas de sus propios miedos.

Corría el año 1986, vísperas de las elecciones generales, cuando Emilio Butragueño, ese futbolista que dio nombre a la “quinta del buitre”, marcó un gol en un partido de la selección española de fútbol. En las pantallas de televisión los españoles pudieron ver nítidamente en ese mismo momento un mensaje: PSOE. El entonces jefe de informativos de TVE era Enric Sopena, ahora dedicado a dar lecciones de ética periodística.

¿Era necesario para un partido político que gobernaba con cómoda mayoría de 202 diputados bajar al fango y revolcarse con semenjantes argucias para mantener su poder? ¿Era tal el nerviosismo imperante en el PSOE que hizo precisar de tan ruin argucia para consolidar su influencia en la audiencia potencial de aquel evento deportivo?

Esta sólo fue la punta del iceberg de toda una serie de episodios donde la televisión pública dio muestras sobradas de seguidismo a las políticas socialistas haciendo gala de un sometimiento total a las exigencias del pesebre. Sonados fueron los escándalos en la época que esa contertulia con hechuras de Rubens y un físico de camino entre la Mari Bárbola y el Nicolasito de Velázquez, tomó las riendas de los servicios informativos de TVE. Fue María Antonia Iglesias quién orquestó aquella estrategia que todavía hoy recuerdan célebres periodistas de la talla de Casimiro García Abadillo, al emitir una entrevista a un preso etarra que intentaba convencer a la audiencia a propósito de que el GAL era una invención del director del periódico El Mundo, Pedro J. Ramírez.
En aquella época también sería muy comentado el alegato en favor del PSOE y Felipe González que haría en 1993 Miguel Bosé. Ello no habría tenido la mayor repercusión sinó fuera por el hecho que esta defensa a ultranza del proyecto socialista se emitiera en plena jornada de reflexión de las elecciones generales.


De aquellos fangos vendrían los otros lodos como reza el dicho popular; por ello la campaña electoral de 1996 estaría marcada por este video del PSOE que pretendía evocar otras épocas, aventando el fantasma de la derecha fascista, retrógrada y revanchista que amenazaba nuevamente a España con su alargada sombra.

Únicamente los socialistas se creyeron esa mentira y cayeron una vez más presa de su propio miedo, dejando en evidencia a su presidente Felipe González como aquel hombre que tenía miedo sin peligro e inventó el peligro para justificar su miedo.



Continuará...









1 comentario:

Red Hispania dijo...

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Bastará con que pinches en el link en él contenido para que puedas empezar a escribir en nuestro blog colectivo.

Un saludo cordial :-)


RH