Mucho se habla y se discute sobre la idoneidad o no de una cacería a la que concurrieron el ministro de Justicia Fernández Bermejo y el juez Baltasar Garzón que en otras circunstancias no se antojarían tan sospechosamente turbias, dado que -y siempre casualmente- la cita se produjo el mismo fin de semana en que Garzón instruía una causa abierta contra la corrupción que salpica única y exclusivamente a instancias relacionadas directa o indirectamente con el Partido Popular. A pesar del afán del ministro, del Gobierno y de los medios afines al mismo por desmentir tal extremo y, una vez confirmado, restarle relevancia, lo cierto es que aparece un tercero en discordia, el Comisario Judicial encargado de la causa que comparte mesa y mantel la noche de aquel sabado con Bermejo y Garzón en la finca de Quintos de Mora, para naturalmente echar dos risas, contar batallitas y degustar los placeres culinarios toledanos. Este argumentario era todavía defendido ayer por periodistas varios en diferentes tertulias que jalonan nuestra parrilla televisiva, naturalmente vinculados a los dos grandes emporios mediáticos pro-gubernamentales.
Se ha censurado la arrogancia del ministro y la avidez manifiesta de poder de "el Juez" por antonomasia, a la vez que se cuestiona la práctica de una actividad como la caza dado su elevado coste por un miembro del Gobierno, considerando que posteriormente se ha destapado que el importe de tal divertimento supera con creces los mil euros de media que afirmó Bermejo en rueda de prensa a los periodistas.
Todo ello sin desmercer absolutamente ninguna opinión, constituyen a mi modo de ver cuestiones menores que impiden centrar al espectador en el verdadero asunto que subyace y es realmente escandaloso; esto es la connivencia del poder Judicial con el poder Ejecutivo, y la subordinación de uno a otro de manera torticera y vergonzosa, con lo que se hace imposible diferenciarlos.
Este extremo no es nuevo sinó bastante previsible dadas las personas que intervienen en el asunto poseen capacidades más que sobradas para llevar a cabo sus intereses en pro de aquello que de verdad les une además de la caza, esto es su animadversión y odio enfermizo hacia el Partido Popular.
Las pretensiones de Garzón ya las conocimos hace una década al caer en brazos de un necesitado Felipe González con el que dar lustre a una candidatura salpicada por los casos de corrupción y manchada por la sangre de los GAL. En esta tesitura de regeneración se puso el mono de trabajo y afirmó que "era preciso impedir la llegada de la derecha al poder, la misma derecha que había gobernado cuarenta años España"; una vez más la cansina equiparación que a modo de soniquete la secta repite incansablemente cuando ve peligrar su status de poder.
Una idea que también comparte el ministro Bermejo y con la que hace ahora un año levantaba la voz en un mitín de Murcia lanzando la soflama de "luchamos contra los abuelos y ahora tendremos que luchar contra los nietos". Toda una declaración de intenciones que pone en tela de juicio la supuesta imparcialidad de los poderes que en teoría se encontraba estipulada en la Constitución, pero a la que estos dos matarifes de la inteligencia han puesto precio apuntando directamente al entrecejo de Montesquieu.
5 comentarios:
Desde luego bermejo tiene un problema grave, en cualquier país civilizado ya estaría procesado, porque está más que claro que todo esto no se trata de una metida de pata, o de una falta de modales.
Saludos
Montesquieu lleva décadas durmiendo el sueño de los justos.
En 1985, Alfonso Guerra proclamó la muerte de Montesquieu al aprobar la Ley Orgánica del Poder Judicial, que establecía que el 100% de los miembros del CGPJ serían nombrados por las cortes.
Pero no fue él quien lo mató, sino los padres de la constitución, que solo permitieron una semi-independencia del CGPJ (60%), crearon un tribunal político al servicio del legislativo (el Tribunal Constitucional) y sometieron a los parlamentarios a la disciplina de partido, anulando la poca separación ejecutivo-legislativo que puede haber en un régimen parlamentario.
Todo lo que ha venido después no fueron nuevos asesinatos de Montesquieu, sino obscenos ensañamientos con su cadáver.
Cada día que pasa, añoro más la democrácia americana.... SEPARACIÓN DE TODOS LOS PODERES, legislativo, ejecutivo y judicial... allí el ejecutivo tiene que negociar con el legislativo, aunque sean de su propio partido, para sacar adelante leyes.... en fin, nunca seremos lo suficiente demócratas en España...
Los que tenemos un problema grave somos los españoles, que vivimos en una auténtica dictadura...
Lo del furtivo Bermejinsky no es más que otra gota en el gran océano de la corrupción socialista...
Por cierto, ¿nadie se acuerda ya de lo de la señora de Bermejo, esa funcionaria que estaba de baja por un problema de espalda que no le impedía descoyuntarse bailando?
Un saludo.
En cualquier pais normal estaria cesado de inmediato,menos aqui,que hasta los alemanes dicen de nuestra justicia que es un cachondeo y que no la tomamos a broma.
SOMOS COMO SIEMPRE EL HAZMERREIR DE EUROPA,COMO AÑORO AÑOS AHHHHHH
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