martes, 17 de abril de 2007

Combustiones espontáneas

Ayer tarde se nos sobrecogía el corazón al contemplar el horror y la fatalidad de un hecho que ha conmocionado a un país entero. De nuevo los Estados Unidos sufrían en sus carnes el azote de la barbarie a manos de un perturbado. Otra vez el escenario ha sido el mismo, un centro educativo; esta vez le ha tocado a la Universidad Politécnica de Virginia. La historia se repite reviviendo la tragedia de Columbine de la que en estos días se cumple el octavo aniversario.
Sin embargo, en esta ocasión la herida es más profunda y se superan con creces todos los registros de dramas similares que golpearon con saña la historia reciente de los USA. Hasta una treintena de personas se calcula que han perecido bajo la locura del individuo que rifle en ristre decidió ayer lanzarse de cacería en el campus universitario.

Resultan relativamente frecuentes estos casos de violencia injustificada en las aulas de institutos y universidades norteamericanas, siendo lo más grave el hecho de que generalmente los autores de tales carnicerías son menores de entre 14 y 17 años que un día se despiertan con ansias de sangre. El toque preciso que contribuye a revestir de tragedia estos episodios es la facilidad que tienen muchos menores para maniobrar con armas de fuego en sus propios domicilios.
Sin ir más lejos anteayer -un día antes de la matanza en Virginia-, se celebraba en los 39 estados americanos donde se permite la posesión de armas, el "día nacional del rifle". Una fiesta de autobombo de las bondades de las armas, donde se perpetúa de padres a hijos esta tradición que proviene del mismo momento de la independencia de las trece colonias allá por el siglo XVIII, y que ya recogía de forma tácita la constitución americana a través de una enmienda que data de 1787 y que decía lo siguiente: "Una milicia bien regulada, en caso de ser necesaria para mantener la seguridad de un estado libre, el derecho de la gente a tener y portar armas, no debe ser infringido".

Hechos como el que nos ocupa debería hacer replantearse a la sociedad norteamericana la realidad de los nuevos tiempos; resulta paradójico que un país, quizá el más desarrollado tecnológicamente, que ha dado al mundo grandes lecciones en cuanto a avances sociales, médicos, mejoras de infraestructuras, así como un sin fin de personajes célebres en el mundo de las artes; pueda seguir anclado en determinados aspectos en pasajes de su historia que el impiden avanzar y mantener una mente más abierta y racional. La sociedad americana ha dado muestras a lo largo de la historia de su implicación y compromiso en causas que consideraba injustas para su futuro, ahí tenemos los casos del "apartheid" o Vietnam.
Por ello habría que trasladar el debate de las armas a la opinión pública; la misma que un día puede sufir en sus carnes el horror de una de estas masacres, porque quién juega con fuego al final de una forma o de otra puede acabar quemándose. Y los USA en casos como el de ayer sufre las cada vez más frecuentes combustiones espontáneas.




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