Y es que ayer en Luxemburgo los ministros de Justicia de la UE adoptaron una decisión marco que establece penas de entre uno y tres años de prisión para las incitaciones a la violencia contra grupos por su origen étnico o nacional, así como para la negación del Holocausto, los crímenes contra la Humanidad o los genocidios reconocidos por tribunales internacionales.
Han sido necesarios cincuenta años para que en el aniversario de la fundación de la C.E.E. se materialice este rechazo frontal y unidireccional.
Resulta penoso y esperanzador a un tiempo. Penoso por la tardanza en tomar cartas en un asunto tan espinoso como éste que un día estuvo a punto de destruir toda la identidad cultural de un continente; esperanzador puesto que su plasmación práctica muestra la culminación del proceso de unidad de estados europeos, así como la solidaridad, la fraternidad y la adhesión a esta propuesta demuestra que al menos todos estamos deacuerdo en lo fundamental que es el respeto al hombre y sus derechos por encima de nacionalidades, colores, lenguas o tradiciones. Eso es lo realmente importante, y lo que nos hace verdaderos seres humanos.
Hoy esta Europa que día a día construímos con un proyecto de futuro está de enhorabuena; con la tranquilidad en la conciencia del que guía sus actos de verdad, justicia y reconocimiento universal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario