viernes, 9 de marzo de 2007

El país de Afrodita.

No, no es la secuela de la película de Woody Allen que tomaba el nombre de la conocida divinidad, porque aunque la diosa de la fertilidad fuera "poderosa" en aquella ocasión, lo cierto es que su mítico hogar fue y es hoy día uno de los enclaves más estratégicos del planeta. Y es que hace ya más tres mil años que la civilización llegó a la isla de Chipre, y han pasado por su limitada extensión tantos y variados ejércitos -hititas, fenicios, griegos, asirios, persas, egipcios, romanos, árabes, cruzados, bizantinos y otomanos-, que aquello debió parecer el camarote de los hermanos Marx. No en vano y paradojas de la vida, es una de las naciones de la que menos conocemos su historia y mucho menos su situación actual.

Una de las noticias con las que me he despertado hoy ha sido el derribo del muro denominado como "Línea Verde", que separaba al minúsculo estado en dos franjas y que tenía en su haber el triste y penoso récord de ser su capital, Nicosia, la única del mundo en la que existía un muro de estas características. Nada más y nada menos que desde 1960 el muro separaba la urbe y por ende la isla en dos mitades, la turco-chipriota y la greco-chipriota; materializándose la eterna rivalidad de Turquía y Grecia en la región, que dirimieron sus diferencias en la práctica sirviéndose de su influencia sobre el pequeño estado del mediterráneo oriental, desgajándolo a su propia conveniencia en un irresponsable ejercicio de moderno imperialismo.

Resulta irrisorio contemplar el comportamiento de ambos estados con respecto al "rival más débil", cuando ellos mismos décadas atrás demandaban el fin de la hegemonía occidental sobre Oriente amparándose en el principio de la autodeterminación que por derecho correspondía a todos los pueblos.
Quizás ambas pretendan rememorar su glorioso pasado imperial en aquellas tierras, a modo de resarcimiento de su propio orgullo, que se vio seriamente tocado cuando otras potencias superiores las humillaron vilmente, y ellas -como hace hoy Chipre-, sucumbieron a las apetencias extranjeras mientras aguardaban con esperanza e ilusión el día en que fueran realmente libres.


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