Esa es la triste realidad en la que nos hallamos sumidos, con un gobierno y un partido socialista entregado a los brazos de la claudicación como arma rentable que les permita mantener el sillón presidencial. Esa y no otra, es la única razón que impulsa la decidida actitud del ejecutivo socialista de entablar conversaciones con los proetarras, y ceder si hace falta -aun a costa de perder la dignidad-, para evitar abandonar la Moncloa en 2008.
Y pensar que hace unos años el último ejecutivo del Partido Popular lograba la ilegalización de ETA-Batasuna, su inclusión en las listas internacionales de grupos terroristas junto a Hamas, el IRA o Al Qaeda, con la consiguiente eliminación de refugios, así como la colaboración y extradición de terroristas a nuestro país para ser juzgados. Nunca antes la banda armada estuvo tan aislada, asediada y perseguida en la historia reciente de nuestra democracia; no existió ningún precedente donde ETA-Batasuna sintiera como en la etapa de Aznar el peso de la ley y del estado de derecho caer como una losa sobre sus escurridizas marcas de ofidio, desde la legalidad y el respeto a las reglas del juego democrático.
Hoy en la "España mejor" de Zapatero, ETA-Batasuna ha recobrado la primera plana mediática desde una posición de fuerza. El mismo PSOE permitió a los batasunos propiciar un debate en el Parlamento Europeo sobre su supuesta situación de desamparo y marginación con los estados de ocupación español y francés. Europa y el mundo entero se mofan de nosotros presenciando con estupefacción como son hoy las serpientes quienes amedrentan al gobierno y lo coartan en sus decisiones, merced a sus amenazas y al siempre recurrente fantasma de la violencia.
El gobierno permite que ETA-Batasuna se sirva de las instituciones democráticas y de las garantías constitucionales de ese estado de derecho al que ataca, denigra e intenta destruir con su única y verdadera faz, que no es otra que el terrorismo irracional.
Hoy el gobierno se deja engañar por la parábola de la serpiente, la lengua bífida del humanitarismo y el veneno de la solidaridad para con los verdugos de España.
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