lunes, 12 de marzo de 2007

La parábola de la serpiente.

"Sin Navarra, nada de nada." Así de explícito y tajante se mostraba ayer el dirigente de la ilegalizada ETA-Batasuna, Arnaldo Otegui; el mismo al que José Luis Rodríguez Zapatero calificó hace unos meses como portávoz válido para la negociación en el proceso de paz.
Esa es la triste realidad en la que nos hallamos sumidos, con un gobierno y un partido socialista entregado a los brazos de la claudicación como arma rentable que les permita mantener el sillón presidencial. Esa y no otra, es la única razón que impulsa la decidida actitud del ejecutivo socialista de entablar conversaciones con los proetarras, y ceder si hace falta -aun a costa de perder la dignidad-, para evitar abandonar la Moncloa en 2008.

Y pensar que hace unos años el último ejecutivo del Partido Popular lograba la ilegalización de ETA-Batasuna, su inclusión en las listas internacionales de grupos terroristas junto a Hamas, el IRA o Al Qaeda, con la consiguiente eliminación de refugios, así como la colaboración y extradición de terroristas a nuestro país para ser juzgados. Nunca antes la banda armada estuvo tan aislada, asediada y perseguida en la historia reciente de nuestra democracia; no existió ningún precedente donde ETA-Batasuna sintiera como en la etapa de Aznar el peso de la ley y del estado de derecho caer como una losa sobre sus escurridizas marcas de ofidio, desde la legalidad y el respeto a las reglas del juego democrático.

Hoy en la "España mejor" de Zapatero, ETA-Batasuna ha recobrado la primera plana mediática desde una posición de fuerza. El mismo PSOE permitió a los batasunos propiciar un debate en el Parlamento Europeo sobre su supuesta situación de desamparo y marginación con los estados de ocupación español y francés. Europa y el mundo entero se mofan de nosotros presenciando con estupefacción como son hoy las serpientes quienes amedrentan al gobierno y lo coartan en sus decisiones, merced a sus amenazas y al siempre recurrente fantasma de la violencia.
El gobierno permite que ETA-Batasuna se sirva de las instituciones democráticas y de las garantías constitucionales de ese estado de derecho al que ataca, denigra e intenta destruir con su única y verdadera faz, que no es otra que el terrorismo irracional.

Hoy el gobierno se deja engañar por la parábola de la serpiente, la lengua bífida del humanitarismo y el veneno de la solidaridad para con los verdugos de España.


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