Un mujer que se hizo a sí misma ya desde temprana edad y que junto a sus compañeros de la generación de "niños prodigio" españoles -Marisol y Joselito-, animaban con sus voces, bailes y melodías las esperanzas, sueños e ilusiones de una España que empezaba a despertar del letargo de la posguerra.
Y la niña creció y el gran público se olvido de ella, en un país demasiado desagradecido para con sus artistas. Por ello "Marieta" tuvo que cruzar el charco y viajar hacia la otra España allende los mares. Allí supo hacerse un hueco en el panorama musical, que con los años la situó en lo más alto de la música mexicana al mismo nivel que el inmortal Jorge Negrete.
América fue para Rocío la tierra de las oportunidades como siglos atrás la denominaron todos aquellos que como ella no fueron profetas en su tierra, y marcharon allá en busca de una nueva vida. Condenada al olvido por su propios compatriotas, su voz encontró cobijo al otro lado del orbe donde entre otros atributos por su belleza, encanto y su voz potente, tierna y misteriosa fue llamada La Novia de la Juventud, La Novia de América, La Embajadora de la Ranchera o La gran Señora de la Canción.
Los americanos no pudieron resistir el encanto de esa mirada de gata bajo la lluvia, que irradiaba pureza, solemnidad y parecía que a cada momento fuera vestida de blanco. Me gustas mucho, le gritaban desde las gradas mientras ella con voz firme y al mismo tiempo dulce y sosegada les manifestaba aquel Te sigo amando. Jamás existió una artista que cantara al amor y al desamor con tanto sentimiento y dulzura, pero al mismo tiempo con la fuerza y el carácter que sólo una diva puede aglutinar y saber dosificar en su justa medida. Como han pasado los años pensaría melancólica para sus adentros en más de una ocasión, pese a que su profesionalidad le hacía ser más fuerte ante su público, que emocionado le pedía voz en grito Quédate conmigo esta noche.
Su vida como su muerte, fue el reflejo de una aguerrida luchadora que se aferraba a un clavo ardiendo, que navegaba entre las esperanzas sabiendo bordear las adversidades, que soñaba despierta esquivando las pesadillas, que supo ilusionarse y hacer de su vida una quimera para todo aquel que la rodeaba, sin caer jamás en la utopía al tener los pies en el suelo.
Irremediablemente el tiempo no es eterno para nadie, y sólo alguien más poderoso que su voluntad de hierro y un corazón de oro la doblegó una fría noche de marzo de 2006. Para muchos desde entonces y hasta hoy su ejemplo es el de una vida de superación, de posibilidad real de alcanzar metas; su muerté puso el colofón a esa vida ejemplar revestida de dignidad, nobleza, decencia y honorabilidad.
Hoy mi recuerdo emocionado quiere rendir un humilde tributo para la memoria de la Española más mexicana, la Diva de Divas y la reina de la ranchera, que por muchos años que pasen y más vueltas que dé la vida, permanecerá en nuestras retinas para siempre como la más bonita que ninguna.
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